La cumbre de la OTAN ha puesto a España en el centro del debate sobre el gasto en defensa, generando tensiones y reflexiones sobre la sostenibilidad de las políticas militares.

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La reciente cumbre de la OTAN en La Haya ha reavivado un debate crucial: ¿deben los países miembros, y en particular España, aumentar su gasto en defensa? La presión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que exige un gasto del 5% del PIB, ha dejado a Pedro Sánchez en una encrucijada.
Pero, ¿es realmente viable para España dar un salto tan drástico en sus inversiones en defensa? Y lo que es aún más importante, ¿es esto sostenible a largo plazo?
Desmontando el hype: ¿realmente vale la pena gastar más en defensa?
La pregunta incómoda que todos nos hacemos es: ¿realmente necesitamos gastar más en defensa para garantizar nuestra seguridad? Muchos sostienen que incrementar el gasto militar es esencial para enfrentar amenazas globales como las que representan Rusia o Irán. Sin embargo, he visto demasiadas startups fallar porque decidieron invertir en áreas que no estaban alineadas con su mercado objetivo. La defensa no es diferente; si el aumento del gasto no está respaldado por una estrategia clara y por una necesidad real, podría convertirse en una carga más que en una solución efectiva.
Los datos de crecimiento cuentan una historia diferente de la que a menudo se presenta. En lugar de enfocarnos únicamente en cifras absolutas, deberíamos analizar el retorno sobre la inversión (ROI) de dicho gasto. ¿Qué beneficios tangibles traerá un aumento en el gasto en defensa? Si no hay una respuesta clara, podríamos estar simplemente tirando dinero en un sistema burocrático ineficiente.
Un vistazo a los números: el gasto en defensa de España
Actualmente, España destina alrededor del 2,1% de su PIB a defensa, una cifra que está muy por debajo de la meta del 5% establecida por la OTAN. Analizando los números, es evidente que el gasto en defensa no siempre se traduce en una mayor seguridad. De hecho, muchos países que alcanzan o superan el 5% han enfrentado crisis internas y conflictos que ponen en tela de juicio la efectividad de tales inversiones. La clave aquí es el *product-market fit* (PMF); simplemente gastar más no garantiza que se logre un PMF en el contexto de la defensa.
El dilema se complica aún más por las presiones políticas internas. Las críticas hacia el gobierno de Sánchez no solo provienen del exterior, sino también de sectores dentro del país, donde se cuestiona la capacidad del gobierno para gestionar adecuadamente los recursos destinados a la defensa sin comprometer el estado del bienestar. Esto destaca la importancia de un enfoque equilibrado: ¿cómo podemos garantizar la seguridad sin sacrificar otros aspectos vitales de nuestra sociedad?
Lecciones de la historia: ¿qué podemos aprender de otros países?
El análisis de países que han enfrentado decisiones similares puede ser revelador. Tomemos como ejemplo a Alemania, que ha tenido que ajustar su gasto en defensa debido a sus compromisos con la OTAN, mientras que al mismo tiempo ha mantenido un enfoque en políticas sociales robustas. Esto no significa que no haya desafíos, pero su enfoque ha sido más sostenible a largo plazo, equilibrando la defensa y el bienestar social.
Otra lección proviene de la experiencia de aquellos que han estado en situaciones comprometedoras. En 2008, una crisis financiera obligó a muchas naciones a reevaluar sus prioridades. En este contexto, el gasto militar fue a menudo lo primero en ser recortado, lo que llevó a un replanteamiento de la estrategia de defensa. La clave aquí es la flexibilidad y la adaptabilidad: un país debe ser capaz de cambiar su enfoque en función de su contexto económico y social.
Conclusiones: un camino hacia adelante
La cumbre de la OTAN ha dejado claro que la presión sobre España para aumentar su gasto en defensa no desaparecerá. Sin embargo, las decisiones que se tomen deben basarse en un análisis claro de la sostenibilidad a largo plazo. En lugar de simplemente ceder a la presión externa, es fundamental que España desarrolle una estrategia de defensa que esté alineada con sus capacidades reales y necesidades sociales.
Los fundadores y líderes de empresas deben aprender de este contexto: la importancia de la sostenibilidad no solo se aplica al negocio, sino también a las políticas públicas. La clave está en encontrar un balance que permita a España cumplir con sus compromisos internacionales sin comprometer su estabilidad interna, utilizando ese equilibrio como un modelo para futuras decisiones estratégicas.