Un viaje a través de la fotografía de Manolo Laguillo, donde la ciudad se convierte en un documento que invita a la reflexión.

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Manolo Laguillo no es un fotógrafo convencional. Su enfoque va mucho más allá de simplemente capturar imágenes; es un proceso de búsqueda y reflexión sobre el entorno urbano y su evolución. A través de su lente, Laguillo nos invita a cuestionar nuestra relación con las ciudades, revelando historias que a menudo permanecen ocultas.
En este artículo, exploraremos su obra y la filosofía que la sustenta, desmitificando el arte de la fotografía contemporánea.
Una mirada crítica a la fotografía urbana
Al analizar la obra de Manolo Laguillo, surge una pregunta que vale la pena reflexionar: ¿qué es realmente lo que vemos cuando miramos una fotografía? Para Laguillo, mirar no es una acción pasiva; es un acto de lectura y comprensión del contexto.
Su formación filosófica, adquirida en Madrid y Barcelona, se refleja en su manera de entender la luz, la composición y la narrativa detrás de cada imagen.
En su exposición más reciente, que abarca más de tres décadas de trabajo, las tonalidades grises predominan en sus fotografías. Pero, ¿por qué esa elección? No se trata solo de estética; es un posicionamiento consciente. Laguillo reflexiona sobre cómo, a menudo, los fotógrafos se sienten tentados a capturar lo bonito y lo espectacular, pero él prefiere adentrarse en lo cotidiano, en lo que realmente pone a prueba su visión. Su propósito es crear imágenes que no minimicen ni exageren el lugar que retratan, sino que lo representen con una ética clara.
El diálogo entre el pasado y el presente en la fotografía de Laguillo
El trabajo de Laguillo, especialmente en series como «Las afueras» (1992), ilustra su interés por capturar la transformación del espacio urbano. En lugar de glorificar el pasado, busca documentar el cambio y la evolución de Madrid, una ciudad que considera un terreno en constante metamorfosis. Así, a través de sus lentes, se observa un Madrid periférico, donde lo urbano se encuentra en diálogo constante con lo que está por venir.
La relación de Laguillo con la ciudad va más allá de la mera representación visual. En su trabajo, documenta cómo el espacio se transforma, lo que se gana y lo que se pierde en el camino. Esta aproximación le permite no solo registrar la realidad, sino también ofrecer un comentario visual sobre el estado de las cosas. ¿Es la urbanización un avance o una pérdida? Laguillo no pretende criticar abiertamente; su obra provoca una reflexión más profunda sobre el significado de esos cambios.
Lecciones del arte de la observación
La obra de Manolo Laguillo nos enseña que la fotografía puede ser una herramienta poderosa para comprender las complejidades del mundo urbano. En su proceso creativo, ha aprendido que a menudo lo que parece insignificante puede contener historias profundas. Su experiencia refleja una verdad fundamental para los fotógrafos y artistas: las imágenes no solo deben ilustrar una idea, sino que deben servir como puntos de partida para la reflexión.
La atención al detalle, el respeto por lo cotidiano y la búsqueda de lo no evidente son lecciones valiosas para cualquier creador. Laguillo nos recuerda que, al observar, debemos estar dispuestos a encontrar significado en lo que parece simple o rutinario. En su trabajo, cada fotografía es un umbral, un momento de transición que invita al espectador a contemplar algo más que la imagen en sí. ¿Te has detenido alguna vez a observar lo que hay detrás de una foto? Quizás, la próxima vez que mires una imagen, te animes a descubrir sus historias ocultas.