El brote de peste porcina en Collserola representa una grave amenaza para la economía catalana, lo que ha llevado a la intervención militar para controlar la situación.

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En las últimas semanas, el parque natural de Collserola, ubicado en Barcelona, se ha convertido en el epicentro de una crisis sanitaria que recuerda a la temida peste porcina africana (PPA). Esta enfermedad puede devastar la población porcina en cuestión de días.
Este brote, detectado tras tres décadas de ausencia en España, plantea serias preocupaciones tanto para la salud animal como para la economía de la región.
El Consejo de Agricultura, liderado por Òscar Ordeig, ha sugerido que el origen de esta epidemia podría estar relacionado con el consumo de embutidos en mal estado, posiblemente dejados en la naturaleza.
La presencia de jabalíes en las áreas circundantes, que han dejado de cazar y ahora se alimentan de basura, refuerza esta hipótesis. Estos animales son conocidos por su capacidad de ingerir alimentos contaminados, lo que incrementa el riesgo de propagación del virus.
Acciones de emergencia y el papel del Ejército
En respuesta a la detección de la enfermedad, el Gobierno de Cataluña ha tomado medidas drásticas. Desde el pasado domingo, se han movilizado equipos del Grupo de Intervención en Emergencias Tecnológicas y Medioambientales (GIETMA) y de la Unidad Militar de Emergencias (UME) para controlar la situación. Este despliegue incluye la instalación de estaciones de descontaminación y el uso de drones para la vigilancia nocturna.
Los expertos han establecido un perímetro de seis kilómetros alrededor del lugar donde se encontraron los jabalíes infectados. Se están realizando análisis exhaustivos en un área que incluye la Universidad Autónoma de Barcelona y diversas carreteras importantes, como la autopista C-58 y la AP7. Además, se han implementado barreras físicas para evitar que los jabalíes infectados se desplacen a otras áreas, lo que podría propagar el virus aún más.
Impacto económico y sector porcino
La magnitud de esta crisis no se limita a la salud animal; también tiene profundas repercusiones económicas. España se posiciona como el principal productor de carne de cerdo en la Unión Europea y el tercero a nivel mundial, generando aproximadamente 8.800 millones de euros anuales en exportaciones. El consejero Ordeig ha señalado que la situación actual podría comprometer miles de millones de euros, a pesar de que hasta el momento no se han reportado casos de contagio en granjas.
A pesar de la ausencia de brotes en las granjas locales, ya se han bloqueado cerca de 120 certificados sanitarios de exportación hacia unos 40 países. Esto incluye restricciones impuestas por naciones como el Reino Unido y Taiwán, que han suspendido la importación de productos porcinos. China, uno de los principales importadores, ha decidido continuar comprando productos de otras regiones de España.
Colaboración ciudadana y prevención
La colaboración de la ciudadanía es crucial en esta situación. El Govern ha instado a los ciudadanos a reportar cualquier avistamiento de jabalíes enfermos o fallecidos, y ha recibido más de 384 llamadas desde el inicio de la crisis. Ordeig ha enfatizado la importancia de seguir las restricciones en las áreas afectadas para evitar que el virus se propague.
Se han tomado medidas específicas para garantizar la bioseguridad, incluyendo la prohibición de acceso a las zonas naturales de los 12 municipios afectados. La situación es delicada; incluso el contacto con objetos como una suela de zapato contaminada podría facilitar la propagación del virus a más de 25 kilómetros de distancia. Por ello, el consejero ha hecho un llamado a la responsabilidad y empatía de la población.
El futuro de la crisis de peste porcina
Las próximas semanas son críticas para determinar la duración y el impacto de esta crisis. Aunque no hay un marco temporal claro, las medidas de control y prevención son esenciales para salvaguardar tanto la salud pública como la economía local. La llegada de un equipo veterinario de la Comisión Europea para asistir a las autoridades españolas y catalanas subraya la gravedad de la situación y la necesidad de acciones rápidas y efectivas.
La crisis de peste porcina en Collserola es un recordatorio de la vulnerabilidad del sector agroalimentario ante enfermedades zoonóticas. La combinación de esfuerzos gubernamentales, colaboración comunitaria y medidas de bioseguridad son fundamentales para mitigar los efectos de este brote y proteger el futuro de la ganadería en Cataluña.




