Descubre la realidad sobre el consumo de proteínas y su impacto en la salud renal de individuos sanos.

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La ingesta de proteínas es un tema que genera inquietudes, sobre todo entre quienes realizan actividad física regularmente. Uno de los principales temores es que un consumo elevado de estas sustancias pueda afectar negativamente la función renal. Este dilema ha sido objeto de debate tanto en gimnasios como en consultas médicas, por lo que es crucial esclarecer si realmente existe un riesgo para los individuos sanos.
El Dr. José Luis Górriz, jefe del servicio de Nefrología en el Hospital Clínico Universitario de Valencia y reconocido experto en enfermedades renales, ha abordado este tema en el pódcast ‘Tus amigas las hormonas’, presentado por la doctora Isabel Viña.
En esta charla, el médico se muestra contundente al afirmar que “en personas sanas, el consumo de proteínas no genera problemas renales”. Esta declaración desafía uno de los mitos más extendidos entre quienes practican deportes.
El funcionamiento de las proteínas en el riñón
Según el Dr. Górriz, cuando se consumen proteínas, estas generan una hiperfiltración transitoria al abrir las arteriolas aferentes que conducen al riñón, lo que incrementa la presión en el glomérulo renal. Sin embargo, este aumento es manejable para una persona que no presenta patologías renales, gracias a lo que se denomina reserva funcional. “Una persona sana no experimenta ningún problema”, asegura el especialista, tranquilizando así a quienes consumen suplementos proteicos en su búsqueda de aumentar la masa muscular.
Consumo de proteínas y recomendaciones generales
El Dr. Górriz también señala que, aunque no es necesario recurrir a dosis extremas, cantidades que oscilan entre 100 g y 300 g de proteína al día no están asociadas con daño renal en individuos sin enfermedades preexistentes. Tras un aumento puntual en la ingesta, solo se produce una hiperfiltración temporal sin consecuencias a corto o mediano plazo.
Sin embargo, el especialista subraya que el consumo recomendado de proteínas se sitúa entre 1 y 2 g por kilogramo de peso corporal. Exceder esta cantidad de forma habitual no solo es innecesario, sino que tampoco proporciona beneficios adicionales en la población general. La clave está en mantener un equilibrio adecuado en la dieta.
Consideraciones para personas con enfermedades renales
La situación cambia drásticamente para aquellos que padecen afecciones renales o tienen diabetes mal controlada. En estos casos, la reserva funcional que poseen las personas sanas puede estar comprometida, lo que significa que un aumento en la carga proteica podría elevar de forma significativa la presión en el glomérulo y facilitar la pérdida de proteínas a través de la orina.
El Dr. Górriz advierte que muchos pacientes acuden a consulta tras experimentar un deterioro en su salud después de incrementar su consumo de suplementos proteicos. En tales situaciones, un aumento en la ingesta proteica puede agravar el daño renal existente. Por ello, en casos de enfermedad renal avanzada, se recomienda restringir la ingesta a entre 0,5 y 0,6 g por kilogramo de peso corporal, priorizando fuentes de proteínas de alto valor biológico, especialmente de origen vegetal.
Beneficios de las proteínas vegetales
El nefrólogo destaca que las proteínas vegetales presentan múltiples beneficios adicionales, no solo para la salud renal, sino también para la microbiota. Estas no generan tanto estrés en el riñón como las proteínas de origen animal, lo que las convierte en una opción preferible en dietas que deben ser cuidadosas con la carga ácida y la hiperfiltración. “La proteína vegetal tiene un impacto positivo en la salud en general”, enfatiza el Dr. Górriz.
El consumo de proteínas es esencial para mantener una buena salud, especialmente para quienes realizan ejercicio. Sin embargo, es fundamental considerar el estado de salud general y ajustar la ingesta de acuerdo a las necesidades individuales. Para aquellos que son sanos, no hay razón para temer un consumo moderado y equilibrado de proteínas. En cambio, las personas con condiciones renales preexistentes deben tomar precauciones adicionales.




