Un tributo a la tradición y la devoción en la Hermandad de la Amargura de Sevilla

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La hermandad de la Amargura ha alcanzado un hito significativo en su historia al conmemorar su tricentenario en la sede actual, situada en la calle Feria. Este evento no solo celebra la rica historia de la corporación, sino que también subraya la importancia del barrio, la iglesia de San Pedro y el papel fundamental de las camareras en la comunidad.
Se diseñó un conjunto de actividades culturales y religiosas para honrar esta ocasión especial.
El 30 de mayo fue una fecha crucial, ya que la imagen de la Virgen pasó la noche en compañía de las hermanas de la Cruz, consideradas las guardianas más cercanas de la Amargura.
La conexión entre estas mujeres y la Virgen es profunda, dado que ella fue la confidente de Santa Ángela. Este encuentro íntimo generó una atmósfera de emoción y devoción que perdurará en la memoria de todos los presentes.
Momentos significativos de la celebración
Durante la llegada de la Virgen al convento, el prioste de la hermandad, Jesús Mejías, describió el momento como apoteósico. La madre general de las hermanas permitió que ellas portaran a la Virgen, lo que provocó una reacción de alegría incontrolable. Las hermanas no ocultaron su entusiasmo, y el vestidor de la Virgen recuerda cómo, al quitar los alfileres que sostenían el manto, las risas y la felicidad inundaron el lugar. Este instante reflejó la devoción pura que sienten hacia la Virgen.
La Vigilia de la Amargura
A pesar de que las hermanas no han compartido detalles sobre esa noche, se puede suponer que la Virgen fue objeto del cariño y los gestos de afecto de todas ellas. Esta conexión es lo que hace que la hermandad y la comunidad sean tan especiales. Para el hermano mayor, Aníbal Tovaruela, este encuentro fue uno de los momentos más íntimos de la celebración, un testimonio de la fe y el amor compartido en la hermandad.
Preparativos para el pontifical y la procesión
Mientras la Virgen descansaba bajo la vigilancia de las hermanas, el equipo de priostía se dedicaba a los preparativos del pontifical que tendría lugar al día siguiente en la parroquia de San Pedro. Los más jóvenes del equipo se encargaban de montar una alfombra de sal para el evento. Mejías, emocionado, recuerda la misa en el convento la mañana del 31 de mayo. La escena era conmovedora: hermanas jóvenes de rodillas y las mayores casi sin poder sostenerse, siempre apoyadas en su fe.
Vestimentas y simbolismo
En el pontifical, la Virgen lució dos vestimentas diferentes. La primera fue sobria y austera, adornada solo con la cruz del cardenal Segura. Para la salida extraordinaria, la Virgen se vistió con un encaje del siglo XVIII, que le otorgó un esplendor único. Esta dualidad en su vestimenta simboliza el respeto por la tradición y la modernidad que caracteriza a la hermandad.
La procesión y el impacto en la comunidad
La culminación de los actos fue la procesión de clausura. A pesar del calor, cientos de personas esperaban ansiosas la salida de la Virgen. Al caer la tarde, la música de ‘Amarguras’ resonó en la plaza mientras la Virgen hacía su aparición, bañada por el sol poniente. Este momento fue comparado con celebraciones pasadas, recordando la historia de la hermandad y su impacto en el barrio. La procesión no solo fue un evento religioso, sino un símbolo de unidad y comunidad.
La hermandad hizo un esfuerzo significativo para garantizar la comodidad de los asistentes, estableciendo puestos de agua a lo largo del recorrido. Los hermanos se encargaron de atender a los sedientos, evidenciando el compromiso de la hermandad con su comunidad. No se requería presencia policial; en su lugar, un grupo de hermanos se organizó para asegurar la fluidez del paso.
Reflexiones finales sobre la celebración
Una vez culminada la procesión, la hermandad comenzó a prepararse para el besamanos extraordinario y la misa retransmitida por Canal Sur. Mejías recuerda cómo llegó a casa pasadas las cinco de la mañana, agotado pero satisfecho por los momentos vividos. A pesar de las largas horas de trabajo, la energía y la emoción del equipo se mantuvieron intactas.
El tricentenario de la hermandad de la Amargura ha sido un evento que no solo ha reafirmado su presencia en la comunidad, sino que también ha revitalizado la vida interna de la hermandad. Alejandro Marchena, uno de los miembros, señaló que este evento ha permitido que Sevilla redescubra a la hermandad, mostrando su esencia y compromiso hacia el exterior.




