En su primer mensaje navideño, el Papa León XIV invita a la paz y la responsabilidad en tiempos de sufrimiento, destacando la necesidad urgente de unidad y compasión en el mundo actual.
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La Navidad de 2025 marcó un hito significativo en la historia del papado, ya que el Papa León XIV utilizó su primera dirección navideña para abordar los conflictos que afligen al mundo contemporáneo. En un contexto donde la indiferencia hacia el sufrimiento humano se ha vuelto habitual, el Pontífice instó a los fieles a reflexionar sobre el dolor de aquellos que se encuentran en situaciones críticas, como los habitantes de Gaza, Yemen y los migrantes que buscan refugio.
En una emotiva homilía pronunciada desde la Basílica ante una multitud de 26,000 peregrinos, el Papa no solo habló de la necesidad de paz, sino que también criticó las narrativas que perpetúan el conflicto. Su mensaje resonó con fuerza al recordar que la paz no puede ser un simple concepto abstracto, sino que debe surgir de un encuentro genuino con la fragilidad humana.
El sufrimiento en el mundo y la llamada a la acción
León XIV planteó una comparativa impactante al referirse a las condiciones precarias de los refugiados en Gaza, expuestos a las inclemencias del tiempo y la desprotección. Preguntándose: “¿Cómo podemos ignorar las tiendas de Gaza, vulnerables a la lluvia y el frío, o a las de otros desplazados en el mundo?”, el Papa enfatizó la urgencia de reconocer el sufrimiento ajeno.
La conexión entre el sufrimiento y la esperanza
Al abordar el Evangelio según Juan, León XIV reflexionó sobre el nacimiento de Cristo, que se presenta en la forma de un recién nacido que solo puede llorar. Esta imagen de vulnerabilidad es fundamental para entender la esencia de la humanidad, ya que representa la desnudez radical que experimentan muchos en el mundo. La paz, argumentó, comienza cuando el dolor de otros penetra nuestro corazón y descompone nuestros muros de certeza.
Este enfoque se convierte en un llamado a la acción, donde la solidaridad se vuelve un imperativo moral. “La paz nace del llanto escuchado y del abrazo a la fragilidad”, indicó, sugiriendo que la empatía es el primer paso hacia la reconciliación.
Desafiando la retórica bélica y la indiferencia
El Papa León XIV no escatimó críticas hacia los discursos que alimentan la guerra y la manipulación de las conciencias. Describió a los jóvenes enviados a la guerra como víctimas de una insensatez promovida por quienes los envían a luchar. Citando a su predecesor, el Papa Francisco, alertó sobre el peligro de permanecer distantes del sufrimiento ajeno, recordando que la verdadera conversión espiritual ocurre cuando nos acercamos a las heridas de los demás.
La necesidad de un diálogo auténtico
Una de las ideas centrales del mensaje de Navidad fue la necesidad de interrumpir los monólogos del poder y abrir espacio para un diálogo auténtico. La paz, según el Papa, no será posible mientras continuemos hablando sin escuchar. Al abogar por una nueva forma de relación, León XIV insistió en que solo cuando nos arrodillemos ante la vulnerabilidad de los demás podemos comenzar a construir un futuro más justo.
Responsabilidad individual como camino hacia la paz
En su mensaje Urbi et Orbi, León XIV subrayó la importancia de la responsabilidad personal en el proceso de paz. Animó a cada individuo a reconocer sus propios errores y a buscar el perdón, en lugar de señalar a los demás. “Si todos asumimos nuestras faltas y nos solidarizamos con los más oprimidos, el mundo comenzará a cambiar”, afirmó con convicción.
En un momento de profunda reflexión, citó al poeta israelí Yehuda Amichai, quien evocó la idea de una paz salvaje, que no se limite a un acuerdo político, sino que surja de las necesidades reales de la humanidad. Esta paz, insistió el Papa, debe ser el resultado de un esfuerzo colectivo genuino, que brote de la fatiga y la lucha por un mundo mejor.
Mientras el Año Santo se acerca a su fin, León XIV recordó que la esperanza en Cristo perdura, incluso en tiempos de adversidad. Encomendando el mundo a la Virgen María, Reina de la Paz, concluyó su mensaje reafirmando que la verdadera Navidad es un llamado a la paz que exige valentía y un compromiso inquebrantable con la vida y el diálogo.
