El presidente Trump ha ordenado un ataque militar en Nigeria contra ISIS, citando la amenaza a los cristianos como justificación.

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En un sorpresivo anuncio en la víspera de Navidad, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reveló que su administración había llevado a cabo un ataque militar en el noroeste de Nigeria. Este asalto, dirigido contra el grupo terrorista Estado Islámico (ISIS), se justificó por la creciente violencia que enfrenta la comunidad cristiana en esa región.
Nigeria, el país más poblado de África, cuenta con una población de aproximadamente 222 millones de personas, de las cuales una significativa proporción son cristianos.
Según informes del comando militar estadounidense en África, el ataque se llevó a cabo en el estado de Sokoto en colaboración con las autoridades locales.
El resultado de esta operación fue la eliminación de varios militantes asociados con la facción de ISIS que opera en África occidental. Sin embargo, los detalles sobre la operación permanecen escasos, lo que ha generado incertidumbre en torno a la magnitud y la estrategia del ataque.
Justificación del ataque
Trump utilizó su cuenta en la red social Truth para comunicar la ofensiva, afirmando que “bajo mi dirección como comandante en jefe, Estados Unidos lanzó un ataque potente y letal contra los terroristas de ISIS en el noroeste de Nigeria, quienes han estado atacando y asesinando brutalmente a cristianos inocentes”. En su mensaje, el presidente hizo hincapié en que la situación de los cristianos en Nigeria ha alcanzado niveles alarmantes, comparables a períodos oscuros de la historia. “Ya había advertido a los terroristas que pagarían las consecuencias si no detenían la matanza”, añadió.
Reacciones y contexto político
El gobierno nigeriano, a través de su ministro de Asuntos Exteriores, Yusuf Maitama Tuggar, confirmó que se trató de una “operación conjunta” destinada a combatir el terrorismo y que no estaba vinculada a cuestiones religiosas. Tuggar también destacó que la planificación del ataque había comenzado hace tiempo y que se basó en inteligencia proporcionada por Nigeria. La posibilidad de futuras ofensivas dependerá de las decisiones conjuntas de ambos gobiernos.
Este ataque no fue una sorpresa total, considerando que Trump había instado al Pentágono un mes antes a preparar una respuesta militar. La colaboración entre el gobierno estadounidense y el nigeriano ha sido evidente, con confirmaciones de que el Pentágono estaba involucrado en la ejecución de estos ataques, y que contaban con el respaldo del gobierno nigeriano.
La narrativa del genocidio
El discurso de Trump resuena con las narrativas promovidas por ciertos grupos religiosos y conservadores en Estados Unidos, quienes han sostenido durante años que la comunidad cristiana en Nigeria está sufriendo un genocidio. El senador republicano Ted Cruz ha sido un ferviente defensor de esta idea, mencionando que desde 2009, alrededor de 50,000 cristianos han sido víctimas de asesinatos en masa y que miles de iglesias han sido destruidas.
El impacto de la violencia en Nigeria
Nigeria ha estado lidiando con un aumento de la violencia durante las últimas dos décadas, impulsada por grupos armados que van desde terroristas hasta bandas criminales. Esta crisis ha resultado en la muerte de decenas de miles de personas y ha forzado a más de 3.5 millones a abandonar sus hogares. Según Amnistía Internacional, entre mayo de 2025 y mayo de 2025, más de 10,000 personas perdieron la vida, incluyendo tanto cristianos como musulmanes, lo que subraya la complejidad del conflicto en la región.
En su mensaje de Navidad, Trump no dejó de lado su tono provocador, extendiendo sus saludos a todos, incluidos los “terroristas muertos” y prometiendo que muchos más enfrentarían el mismo destino si continuaban con la violencia. Este tipo de retórica ha sido parte de su estrategia para movilizar a sus bases y mantener la atención sobre temas de seguridad nacional.
La situación en Nigeria es un recordatorio de que el terrorismo y la violencia sectaria son problemas que requieren atención global. La respuesta militar de Estados Unidos, aunque justificada en algunos círculos, plantea preguntas sobre el papel de las intervenciones extranjeras en conflictos complejos y la forma en que se pueden abordar las raíces de la violencia en lugar de solo sus síntomas.




