Transforma tu vida adoptando la filosofía de 'pensar en verde' para alcanzar una existencia más plena, sostenible y duradera. Conviértete en un agente de cambio, fomentando hábitos que no solo beneficien tu bienestar, sino también el del planeta.

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La búsqueda de una vida prolongada y en óptimas condiciones no se limita únicamente a los genes. El doctor Manuel de la Peña, un reconocido cardiólogo y presidente del Instituto Europeo de Salud y Bienestar Social, ha dedicado su carrera a investigar a las personas más longevas del planeta.
A lo largo de sus estudios, ha descubierto que, más allá de la edad, existe un patrón común entre quienes alcanzan los 100 años: su manera de pensar y vivir.
Según el especialista, gran parte de la población se encuentra atrapada en lo que él define como “pensar en rojo”, un estado caracterizado por la ansiedad, el estrés y la prisa.
Estos factores generan un aumento en las hormonas del estrés, como el cortisol, que pueden afectar negativamente la salud. “Mientras todos anhelan vivir más años, muchos se ven atrapados en un ritmo de vida acelerado, con malos hábitos alimenticios y entornos estresantes”, señala de la Peña.
La filosofía de ‘pensar en verde’
Contrario a este modelo de vida, el doctor de la Peña promueve el concepto de “pensar en verde”. Esta filosofía se ha observado en personas que no solo superan los 100 años, sino que también gozan de una vitalidad excepcional. “Lo que he notado en estas personas es que, sin excepción, adoptan un enfoque de vida saludable”, explica el cardiólogo. La longevidad, según él, no se trata únicamente de sumar años, sino de mantener la salud y la vitalidad a lo largo del tiempo.
Hábitos de vida saludables
Adoptar un estilo de vida basado en el ‘pensar en verde’ implica realizar cambios significativos en nuestra rutina diaria. La alimentación juega un papel fundamental; se recomienda una dieta rica en verduras, pescado, carnes magras, huevos, aceite de oliva y frutos secos, además de mantener una buena hidratación. “El movimiento es esencial; dar paseos al aire libre y conectarse con la naturaleza son prácticas que ayudan a reducir la tensión tanto física como mental”, aclara de la Peña.
Además, esta filosofía también se centra en la salud emocional. Respirar profundamente, disfrutar de la música y tomarse momentos para disminuir la carga emocional diaria son aspectos que enriquecen este estilo de vida. “Nuestro cuerpo no está diseñado para vivir en un estado constante de estrés”, advierte el cardiólogo, subrayando que el desgaste continuo acelera el proceso de envejecimiento y disminuye la energía vital.
La evidencia científica respalda el cambio
El doctor de la Peña enfatiza que su visión no es simplemente una opinión personal, sino que cuenta con respaldo científico. “Numerosos estudios han confirmado que adoptar este estilo de vida no solo prolonga los años de vida, sino que también mejora la calidad de la misma”, afirma. Esto nos invita a reflexionar sobre la importancia de detenernos, cuidar de nosotros mismos y cambiar la perspectiva con la que enfrentamos nuestra rutina diaria.
Diseñar un entorno propicio para la salud
El investigador Dan Buettner, conocido por su trabajo en las Zonas Azules, donde la longevidad es notablemente mayor, también resalta que la clave de una vida larga no radica en actividades físicas estructuradas, sino en la integración de movimientos cotidianos en la vida diaria. “En lugar de seguir reglas estrictas, se trata de remodelar el entorno para que las opciones saludables sean más accesibles y las poco saludables más complicadas”, explica Buettner.
Las personas en estas zonas no realizan ejercicio de manera programada; su actividad proviene de tareas diarias, como caminar para hacer compras, subir escaleras o trabajar en sus huertos. “Hacen pequeñas acciones cotidianas que, aunque parecen insignificantes, se acumulan a lo largo del tiempo”, añade el investigador. Esta forma de vivir, que no requiere un esfuerzo consciente, se asocia con menor incidencia de enfermedades crónicas y una mayor calidad de vida en la vejez.
Adoptar la filosofía de ‘pensar en verde’ y realizar pequeños cambios en nuestro estilo de vida puede no solo aumentar nuestra esperanza de vida, sino también mejorar nuestro bienestar general. Es hora de detenerse, respirar y hacer elecciones más saludables.




