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La construcción de granjas porcinas en Castilla-La Mancha genera alarma entre los vecinos

La instalación de macrogranjas porcinas en Castilla-La Mancha genera protestas y preocupación en la población local.

Amada Moreno se entera de que su pueblo, Priego, se enfrenta a la construcción de una granja de porcino a menos de cinco kilómetros de distancia. La situación se vuelve crítica. “El proyecto comenzó en 2017, pero nosotros no supimos nada hasta que ya estaban los cimientos”, denuncia esta maestra local.

La indignación crece, especialmente tras el anuncio de otras dos granjas cercanas. “Quieren que haya 20.000 cerdos aquí”, afirma Hermelinda Romero, otra vecina preocupada. En un pueblo con menos de 1.000 habitantes, esto suena a una invasión.

Preocupaciones en Castilla-La Mancha

La instalación de macrogranjas porcinas ha encendido alarmas en varias localidades de Castilla-La Mancha. En 2021, la región aprobó una moratoria para la apertura de nuevas explotaciones, vigente hasta finales de 2024. Sin embargo, la reactivación de más de 60 proyectos pendientes, muchos de ellos en la provincia de Cuenca, pone en jaque la salud y el bienestar de sus habitantes.

Un problema que trasciende fronteras

Un consorcio de periodistas ha revelado que España lidera Europa en número de granjas porcinas. Con más de 24.000 explotaciones en toda la Unión Europea, 3.963 de ellas están en nuestro país, lo que representa el 16% de todas las granjas continentales. Este crecimiento desmesurado plantea un dilema: ¿qué pasará con los recursos hídricos y la calidad del aire?

Impacto en la salud y el medio ambiente

La contaminación por nitratos es una de las consecuencias más temidas en los pueblos donde se instalan estas macrogranjas. En Priego, se han encontrado niveles de nitratos superiores a los recomendados en el agua potable. “La gente sigue bebiendo de la fuente local, pero no son conscientes del peligro”, advierte Romero. La metahemoglobinemia, un trastorno sanguíneo peligroso, es una de las principales preocupaciones de los expertos en salud pública.

La lucha de los pueblos

Frente a esta amenaza, los ciudadanos no se quedan de brazos cruzados. “No queremos más cerdos en la región”, grita Paciencia Talaya, rodeada de 300 personas en una manifestación en Albacete. Las comunidades se organizan en plataformas como Stop Ganadería Industrial, que denuncia la falta de control en la expansión de estas granjas. “La moratoria fue un poco trampa”, añade Inma Lozano, subrayando que los proyectos más grandes simplemente se dividieron en otros más pequeños para poder seguir adelante.

Proyectos en la cuerda floja

El futuro de los 61 proyectos pausados en la región es incierto. Si se reactivan, el censo porcino de Castilla-La Mancha podría aumentar en 362.863 cabezas, un incremento del 19%. Esto sería un golpe devastador para la salud pública y el medio ambiente, según la Plataforma Stop Ganadería Industrial. La administración regional asegura que está revisando cada expediente, pero la presión de las grandes empresas del sector es innegable.

El dilema de los alcaldes

Ser alcalde de un pueblo afectado por estas macrogranjas no es tarea fácil. “Si una industria llega a tu pueblo y cumple con todos los requisitos, no puedes negarle las licencias sin arriesgarte a ser acusado de prevaricación”, explica Natividad Pérez, alcaldesa de Balsa de Ves. La presión es constante, y muchos ediles temen perder su cargo si se oponen a estos proyectos.

La voz de la comunidad

Las comunidades afectadas, como Villalba de la Sierra, están organizándose para frenar proyectos que amenazan su modo de vida. “Promovemos el turismo rural, y ahora nos quieren abrir una granja que contaminaría la zona”, se queja María José Peralta, presidenta de la Plataforma Serranía Viva y Limpia. Las granjas, vinculadas a grandes empresas como Incarlopsa, han generado un ambiente de tensión y desconfianza.

Un futuro incierto

Mientras las grandes empresas ganaderas buscan expandir sus proyectos, el eco de la resistencia de los pueblos continúa resonando. “Aunque no haya proyectos previstos en todos los pueblos, nos afecta a todos en el futuro”, dice Ana María Muñoz, activista de la Plataforma Pueblos Vivos Cuenca. La lucha por un futuro sostenible y saludable apenas comienza, y cada victoria local se siente como una luz de esperanza en medio de la oscuridad.

Las historias de resistencia de estos pueblos son un recordatorio de que, a pesar de la presión del poder corporativo, la voz de la comunidad puede ser un baluarte contra la expansión desmedida de la industria. Sin embargo, el tiempo corre y la batalla apenas ha comenzado.


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