La Bella Durmiente vuelve a los cines, pero no en la manera que podríamos esperar en estos tiempos tan dados a los remakes y reboots.
Jane Campion, paradigma del cine de autor y feminista en los años 90 gracias a películas como El piano o Retrato de una dama, produce la que puede ser una de las sensaciones del cine indie internacional del 2011: Sleeping Beauty, ópera prima de la cineasta Julia Leigh (que nada tiene que ver con Mike Leigh).
Emily Browning, en un registro totalmente opuesto al que acabamos de verla en Sucker Punch, es su protagonista.
La protagonista de este relato a medio camino del drama existencial y el erotismo es una estudiante que se introduce en el mundo de la prostitución y se acaba convirtiendo en una mujer que, dormida y drogada, es usada por hombres que hacen lo que quieren con ella sin que esta pueda recordarlo a la mañana siguiente.
He ahí el apodo de La Bella Durmiente.
No podemos negar que el argumento del film es sugerente a la par que perturbador, habiendo dado ya mucho que hablar en Australia, su país de origen.
Si nos fiamos del primer trailer de Sleeping Beauty lo cierto es que algunos criticarán a Leigh en que se deja llevar demasiado en la construcción de un ejercicio de estilo, pero eso ya es mucho más de lo que pueden decir muchos debutantes.
Ser elegida a concurso en un festival tan repetitivo y prestigioso como Cannes (en el que siempre concursan los mismos, una y otra vez: Almodóvar, Von Trier, Moretti, Loach,…) es todo un mérito que no debe pasar desapercibido.
Aunque aún no está muy claro hacia dónde tirará el film de Leigh, Sleeping Beauty funcionará al menos como el reencuentro de una cineasta un tanto perdida como Jane Campion con su público, aunque sólo sea en calidad de productora.
Después de ganar en Cannes y acumular Oscars gracias a El Piano, la cineasta australia cayó en desgracia hasta estrellarse por completo con En carne viva, el drama eorótico que desnudó por primera vez a Meg Ryan.
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