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Los recortes presupuestarios de Trump amenazan el futuro de la ESA en 2025

Los recortes de Trump amenazan misiones clave de la ESA, generando incertidumbre en el futuro del espacio europeo.

La Agencia Espacial Europea (ESA) se encuentra en una encrucijada crítica. La relación con la NASA, su principal socio en el ámbito espacial, se ve amenazada por los recortes presupuestarios propuestos por la administración del presidente Donald Trump. Con 19 misiones en planificación o en curso, la colaboración entre ambas instituciones ha sido históricamente sólida.

Pero ahora, la sombra de la incertidumbre se cierne sobre el futuro de las investigaciones científicas en el espacio.

El impacto de los recortes en el presupuesto de EE.UU.

Si se concreta el borrador de presupuesto enviado por Trump, se estima que la ESA podría sufrir un recorte del 24% de su financiación para 2026.

Aunque la agencia ha logrado mantener el funcionamiento de 16 de las 19 misiones, tres de ellas están en grave riesgo. La observación espacial de ondas gravitacionales conocida como LISA, el orbitador EnVision destinado a Venus y el NewAthena, el mayor observatorio de rayos X de la historia, son los proyectos que podrían verse más afectados.

La directora científica de la ESA, Carole Mundell, ha expresado su preocupación. “Hemos tenido una colaboración muy productiva con la NASA durante años, pero estos recortes podrían obligarnos a tomar medidas drásticas”, advirtió. La posibilidad de que Europa tenga que asumir la responsabilidad de partes de estas misiones plantea un desafío financiero considerable.

La difícil situación de las misiones hermanas

A pesar de que el lanzamiento del satélite Sentinel-6B está programado para noviembre de 2025, su misión hermana, Sentinel-6C, se enfrenta a un futuro incierto. Este último proyecto, que se centra en la monitorización del cambio climático, no cuenta con el mismo respaldo que su predecesor, lo que refleja la falta de interés de la administración estadounidense en temas medioambientales.

“Sería una pena que Sentinel-6C no recibiera la financiación necesaria, ya que es el sucesor de una misión que aún opera en el espacio”, lamentó Josef Aschbacher, director general de la ESA. La situación se complica aún más si se considera que el rover Rosalind Franklin, anteriormente conocido como ExoMars, también podría verse afectado por estos recortes.

La incertidumbre en la cooperación internacional

La ESA había planeado inicialmente colaborar con Roscosmos, la agencia espacial rusa, para el desarrollo de Rosalind Franklin. Sin embargo, la guerra en Ucrania forzó a la ESA a cortar lazos con Rusia, lo que obligó a reintegrar a la NASA en el proyecto. Pero ahora, con la situación tan volátil, el futuro de esta misión parece más que incierto.

“Estamos listos para desarrollar la tecnología necesaria de forma independiente, pero eso podría retrasar nuestra llegada a Marte, inicialmente prevista para 2028”, añadió Aschbacher, dejando entrever la gravedad de la situación. A pesar de todo, hay una pequeña luz al final del túnel: el Congreso de EE.UU. aún tiene que ratificar los recortes propuestos, y muchos legisladores, incluso dentro del mismo partido de Trump, han mostrado su oposición a estas medidas.

La resiliencia de Europa en el espacio

La ESA se enfrenta a un futuro incierto, pero también a una oportunidad para fortalecer su autonomía. “Necesitamos evaluar cómo podemos prepararnos para el futuro, asegurando que tengamos las tecnologías necesarias”, concluyó Aschbacher. En un mundo donde la cooperación internacional es crucial, el espacio se convierte en un campo de batalla para políticas que van más allá de la ciencia.

Con la decisión final de los presupuestos estadounidenses esperada para el otoño de 2025, la comunidad científica europea está en vilo. La pregunta persiste: ¿podrá Europa adaptarse y superar este desafío, o el sueño de una exploración espacial compartida se desvanecerá?


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