Ignorar el dolor dental puede llevar a complicaciones graves. Un llamado a la acción de los dentistas.

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Lucía Palma, una ortodoncista con experiencia, no se guarda nada al hablar sobre el peligro de postergar las visitas al dentista. «Una caries no tratada sigue su camino, llega al nervio, lo infecta y termina formando un absceso», advierte con firmeza.
Su mensaje es claro: el dolor es solo el comienzo de una serie de consecuencias que pueden afectar la salud general.
El ciclo de la dilación
Todo comienza con una simple molestia. Al no atenderla, lo que inicialmente puede parecer un leve malestar se convierte en un dolor intenso que aparece y desaparece.
En este punto, muchos deciden recurrir a analgésicos, un alivio temporal que no ataca la raíz del problema. «Pero lo que avanza por dentro puede causarte terror», señala Palma, enfatizando la evolución silenciosa de una caries que, si no se trata, puede llevar a complicaciones serias.
Consecuencias alarmantes
La práctica común de automedicarse puede resultar en inflamación facial, fiebre, pus o incluso la necesidad de una cirugía. Este daño no solo afecta al diente, sino que puede comprometer el hueso y, en casos extremos, el torrente sanguíneo. Una vez que la infección alcanza la pulpa del diente, el desarrollo de un absceso se vuelve inminente, trayendo consigo un dolor agudo y síntomas que deterioran la calidad de vida del paciente. «Los analgésicos no curan», recalca Palma. Enmascaran el dolor, como un velo que oculta el verdadero problema.
La urgencia de actuar
Las complicaciones que menciona la ortodoncista no son infrecuentes. Muchas de ellas podrían evitarse si se tomara acción ante los primeros síntomas. «Todo podría haberse evitado desde el principio», asegura. Esta afirmación resuena en la mente de quienes ignoran señales que, a simple vista, parecen inofensivas. Ignorar el dolor, ya sea leve o intermitente, solo agrava el problema, complicando su resolución y elevando los costos del tratamiento, tanto económicos como en salud.
Un llamado a la prevención
«Guárdalo si alguna vez hiciste esto», advierte Palma, dirigiéndose a quienes han optado por el alivio inmediato sin buscar una solución real. Su consejo final es contundente: «Ante el primer síntoma, pide cita con tu dentista». Lo que puede parecer un mal menor, en realidad, es el inicio de un proceso que puede poner en riesgo el bienestar integral.