Ayer os estuve hablando algunas generalidades sobre la Bonneville Speed Week, hay aficionados que llevan acudiendo aquí décadas a pesar de lo inhóspito del lugar.
En mitad del lago salado las temperaturas diurnas superan con facilidad los 40ºC, el sol puede llegar a quemarte con mucha rapidez y, evidentemente, hay que llevar encima toda el agua que vayas a necesitar consumir.
Pero a pesar de eso se dan cita allí por miles durante los siete días del evento.
La reglamentación divide a los participantes en un montón de clases que os entraría el sueño si me pusiera aquí a enumerar, aunque se da cabida a toda clase de vehículos de dos y cuatro ruedas.
El trazado por el que pueden realizar sus intentos es, sencillamente, el que más les convenga siempre teniendo en cuenta las áreas delimitadas para la estancia y el movimiento del resto de los participantes.
Semana de la velocidad de BonnevilleLa organización delimita en cualquier caso dos trazados para que sean empleados para el grueso de quienes allí acuden para ver qué velocidad alcanza lo que han creado en la oscuridad de sus garajes.
Los días con mejores condiciones hay una recta practicable de hasta 18 km.
Únicamente durante la jornada de este domingo se consiguieron romper 13 récords de velocidad en el trazado largo y otros 20 en el corto.
Una de las curiosidades de esta edición de la Semana de la Velocidad de Bonneville es que se va a vivir, de nuevo, un intento por batir el récord de velocidad con un vehículo impulsado por vapor.
El año pasado, el British Steam Car Challenge logró romper una marca que llevaba intacta más de seis décadas.
Ahora, otra escuadra de EEUU, que lleva casi diez años evolucionando su vehículo tratará de hacer lo propio.
En 2009, no llegaron a tiempo por unas semanas.
Ya es mala leche.
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