×

Crónica Semanal: “Andréi Tarkovski, una luz que no se apaga”, por Fernando Rodríguez

Esta semana centramos la crítica en uno de los personajes más influyentes de la historia, el director de cine ruso Andréi Tarkovski.

Este año tiene lugar el 90 aniversario del nacimiento de Andréi Tarkovski, el director más importante de todos los tiempos».

«Nunca quise ser un ídolo

(me avergonzaría por este papel).

Siempre soñé con ser útil»

Andréi Tarkovski

El cine de Andrei Tarkovski

90 años del nacimiento de Andréi Tarkovski. Es uno de los directores del cine ruso más importantes e influyentes, cuyas películas están incluidas en el fondo flamante del cine mundial. Desde el drama militar “La infancia de Iván” hasta la película testamentaria “Sacrificio”, los siete largometrajes que realizó Tarkovski introducen de una manera introspectiva y original a su estética visual.

También a un pensamiento fílmico donde las referencias a la música, la literatura y la pintura complementan el lenguaje creativo de una de las mayores figuras de la historia del cine.

Comenzó en el panorama cinematográfico internacional en 1962 con su primer filme, La infancia de Iván, ganadora en el festival de Venecia. Director poco prolífico, cuatro años después filmó la que es considerada su obra maestra, Andrei Rublev, secuestrada por el régimen soviético.

Una cierta mirada

Su constante preocupación por el estrecho espacio concedido a la faceta espiritual del hombre en la sociedad moderna le llevó a adaptar cinematográficamente obras clásicas de la ficción especulativa. Entre ellas Solaris (1972) y Stalker (1979), títulos ambos de fuerte empaque visual y pausado desarrollo. Su último proyecto, Sacrificio (1986), es tal vez el trabajo en que Tarkovski abordó sus habituales inquietudes filosóficas de modo más diáfano, valiéndose para ello de un lenguaje narrativo y visual sumamente expansivo, con larguísimas secuencias.


Andréi Tarkovski

Andréi Tarkovski estudió en la Escuela Soviética de Cine (VGIK), donde tuvo como tutor al cineasta de origen judío Mijail Romm. Obtuvo tempranamente el reconocimiento internacional y el León de Oro del Festival de Venecia con su primer largometraje, La infancia de Iván (1962), película que se ajustaba a la línea oficial soviética. Éste no fue el caso de su siguiente filme, Andrei Rublev (1966), un retrato realista de un monje del siglo XV que mereció un premio en el Festival de Cannes y fue prohibido en Rusia hasta 1971.

Películas de Andréi Tarkovski

Posteriormente Solaris (1972) ganó el Premio del Jurado en Cannes. La película suscitó de nuevo el rechazo oficial, que la consideró demasiado arcana para la comprensión del «espectador medio». Libremente basada en la novela homónima (1961) del escritor polaco Stanislaw Lem, Solaris es una densa historia de ciencia ficción que tiene en realidad mucho más de parábola moral que de aventura cósmica. Todas sus cintas están disponibles en la plataforma Filmin.

Andréi Tarkovski llegó a ser ampliamente conocido en el extranjero, pero sus películas apenas si alcanzaban una distribución mínima en su país. El director hizo su última película con dinero francés y sueco. Entonces ganó el Gran Premio Especial del Jurado en Cannes, el Premio Internacional de la Crítica y el Premio Ecuménico, y falleció poco después de recibir estos galardones. Otras películas suyas son El espejo (1975) y Nostalgia (1983), quizá la más poética de todas y cuya ficción se mezcla con los recuerdos de la propia vida del autor.

Un libro para el futuro

‘Esculpir en el tiempo’, escrito en colaboración con Olga Surkova, es el ensayo más importante, y en muchos aspectos, el más hermoso y emocionante, que he leído sobre el cine entendido como arte supremo. Por otro lado, es uno de los más importantes sobre arte en general, porque Tarkovski no se limita a hablar sobre cine. Su gran cultura, su profundo intelecto y su heterodoxa manera de vivir y percibir el arte, hacen de este volumen un objeto imprescindible tanto para cualquier futuro artista como para aquellos que quieran conocer mejor al artista detrás de las películas. De hecho, funciona como unos apócrifos «comentarios del director» que leer o recordar según uno va viendo sus películas.

El presente de la humanidad

Precisamente empieza Tarkosvki su ensayo citando algunas cartas que le enviaron en su época de parón creativo, pero no con las que le pedían volver o con las que le demostraban que su trabajo era importante para algunas personas, sino con ejemplos de personas que le atacaban por encontrar incomprensible ‘El espejo’. A pesar de que Tarkovski procuraba trabajar de espaldas a cualquier concesión comercial, y consideraba superflua la recaudación en taquilla, lo cierto es que le afectaron mucho las feroces críticas a su cuarta película. Por ello, tal como dice en el libro: «me preguntaba desesperado para quién trabajaba y por qué».

También cita, en esta introducción, algunos comentarios elogiosos de críticos profesionales. Explica que suelen decepcionarle aún cuando alaban su trabajo, y los ataques públicos de sus compatriotas cineastas, para terminar con dos alucinantes cartas de sendas espectadoras, y con las cuales «no puede haber un reconocimiento mayor al propio trabajo». Como los personajes de muchas de sus ficciones, Tarkovski encontraba una mínima, pero contundente, respuesta a su fe en sí mismo. Esto le convencía de seguir el camino estético que él se había marcado, sin importar el precio a pagar.

Esculpir en el tiempo

La expresión «esculpir en el tiempo» no la acuñó Tarkovski de la noche a la mañana. Surgió de una extensa y elocuente reflexión en su propio quehacer artístico, en la insatisfacción de leer escritos sobre cine que le provocaban el deseo de defender sus propias ideas. También en la necesidad de hacer cine durante las prolongadas pausas entre película y película. De su constante preocupación por Dios, la vida y la naturaleza nos llega el siguiente discurso, de su película Nostalgia.

«¿Qué ancestros hablan en mi? No puedo vivir al mismo tiempo en mi cabeza y en mi cuerpo. Esa es la razón por la que no puedo ser solo una persona. Puedo sentir en mi una infinidad de cosas simultáneamente. El verdadero mal de nuestro tiempo es que ya no quedan grandes maestros. La senda del corazón está llena de sombras. Debemos escuchar las voces que parecen inútiles. Hacen falta cerebros llenos de largas tuberías de desagüe, de muros de colegio, de asfalto y de prácticas asistenciales. ¡Que entre el zumbido de los insectos! Debemos llenarnos los ojos, los oídos, con cosas que sean el inicio de un gran sueño. Alguien debe gritar que construiremos las pirámides. ¡No importa si después no las construimos! Debemos alimentar el deseo y debemos estirar el alma por todas partes, como si fuera una calle infinita.»

«Si queremos que el mundo siga adelante debemos tomarnos de las manos. Debemos mezclar lo que se considera sano y lo que se considera enfermo. Vosotros los sanos, ¿qué significa vuestra salud? Los ojos de toda la humanidad están mirando al foso en donde todos nos estamos precipitando. La libertad es inútil si no teneis el coraje de mirarnos a la cara, de comer y beber con nosotros, de dormir con nosotros. Son los considerados sanos los que han llevado el mundo al borde de la catástrofe. ¡Hombre, escucha! En vosotros: agua, fuego y después cenizas y los huesos dentro de las cenizas. ¡Los huesos y las cenizas!»


Contacto:
Fernando Rodríguez Rubio

Apasionado de la escritura, el periodismo y las artes. Máster en Escritura Creativa y graduado en Comunicación Audiovisual. Me encanta el cine, la literatura, la política y la economía.

Lea También

Contentsads.com