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Crítica: Transformers 3. El vacío existencial de los robots sin carisma

Por fin los fans de Transformers y los que siempre la consideramos una serie producto de su tiempo estamos de acuerdo en algo: La alegría por el anunciado fin de la saga de robots alienígenas, o al menos por parte de Michael Bay y Shia LaBeouf.

¿Quién nos hubiera dicho a todos que nos alegraríamos por el fin de la franquicia tras visionar su entretenidísima primera parte? Solo hay que ver las dos películas que la sucedieron para darse cuenta de algo obvio: A esto no le han puesto ni ganas.Y quizá el mayor ejemplo de la desgana de Transformers se muestra en Transformers 3, un filme con un argumento deplorable, un guión insulso, unas referencias a capítulos anteriores de la saga sin interés alguno y, por poner algo positivo, unas secuencias de acción impresionantes y dignas de aplauso.

Un bonito envoltorio para una nadería repleta de negrura, apatía y cansancio de una saga que, más que terminar por todo lo alto, agoniza lentamente hasta llegar a su final. Transformers 3 es un viaje en una montaña rusa. Quizá la montaña rusa más aburrida y lineal en la que nos hayamos montado jamás, pero al menos intenta ser un viaje que comienza por todo lo alto, tratando de añadir la mitología de Transformers en la historia reciente de los Estados Unidos, con efectos especiales a la altura, y que de pronto pega el gran bajón del siglo para introducirnos en una historia sin pies ni cabeza, decenas de personajes que a nadie importan y líneas de diálogo repetitivas y exhasperantes.Ojo, que en su día yo fui uno de los mayores defensores del cine de Michael Bay, pero en este filme se basa en repetir muchas veces lo mismo con giros de guión sacados de un libro para preescolares, como pequeño entremés excesivamente largo, pesado y aturdidor y que, en realidad, es el preámbulo a unas escenas de acción en las que todo se resuelve demasiado rápido, demasiado fácil y demasiado mal. Por resumir el asunto: Resulta que una nave Autobot cayó en la Luna junto a Sentinel Prime, el comandante de los Autobots antes de Optimus. Tras resucitarle, los Decepticons vuelven a la carga para intentar conseguir el artefacto que cayó en la Luna y que puede hacer que Cybertron, el planeta natal de los robots, vuelva más fuerte que nunca. Entre medias, Sam, nuestro protagonista humano, busca trabajo y se ha echado una novia nueva, fisicamente igual que Megan Fox y con la misma sorprendente capacidad interpretativa: La de un zapato.Durante la película podremos ver, como supongo que os imagináis, traiciones, peleas mejor editadas que en la terrible segunda parte, diálogos de risa, momentos que harán bostezar a diestro y siniestro y una lucha final entre Autobots y Decepticons que resulta en un ejercicio de onanismo cinematográfico de Michael Bay, que hace lo que quiere con los personajes. El argumento ridículo no importaría (al fin y al cabo, aceptamos que robots alienígenas que pueden transformarse en coches viven entre nosotros, podemos aceptar casi cualquier cosa) si no fuera porque todo en Transformers 3 sucede mediante Deus Ex Machina continuos: Los giros de guión pasan sin que nadie indague demasiado en ellos, la trama tiene más agujeros que un queso gruyere y, en general, el filme fastidia el recuerdo de la primera parte en lugar de darle un cierre más o menos digno.Aunque es innegable que alguna escena de acción funciona a las mil maravillas (la posible ejecución de Bumblebee, sin ir más lejos), otras, como el clímax final, es de lo más olvidable que se ha visto en una sala de cine este año. Lo mismo ocurre con los escasos momentos de humor: Algunos son dignos de aplauso y otros cansan, aburren y no solo hastían al más pintado, sino que su única labor parece ser causar el odio de la platea contra el protagonista.Un Shia LaBeouf que no ha mejorado demasiado desde la primera parte y que parece actuar en piloto automático, como la gran mayoría de los personajes del filme, con la honorable excepción del gran Ken Jeong, que hará de su eterno personaje (el asiático loco) en un par de antológicas escenas. Vamos, que el reparto más o menos cumple, nadie echa de menos a Megan Fox y hasta le dedican un par de puyas más destructivas que hilarantes.En definitiva, una película mediocre, triste, con actuaciones cumplidoras y una dirección que mejora lo visto en Transformers 2 pero no llega a ser el Bay que muchos queremos ver. Tristemente, parece que en esta secuela ha querido meter tantas cosas que, al final, se ha quedado en nada, en un esperpento vacío, repleto de metal y con tan poco corazón como los Decepticons. Una visión desganada, descafeinada y aburrida del blockbuster veraniego de turno. O, como diría cualquier crítico de cine para ir aligerando y cumplir con la productora en cuestión, tiene cierto ritmo y ocurren cosas. Tristemente, demasiadas y mal contadas. Leer más sobre Transformers 3

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