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Putin bombardea los corredores humanitarios en plena evacuación de civiles. Mientras, las sanciones al Kremlin son más duras que nunca.
Rusia avanza en su décimo día de invasión. La artillería de Vladimir Putin, considerada por él mismo como el puño de Dios, continúa asesinando a los civiles atrapados en Mariupol y Volvovakha, poblaciones asediadas y bajo un intenso bombardeo.
Los corredores humanitarios para sacar a los civiles atrapados, sobre todo mujeres y niños, han fracasado. El Gobierno ucraniano responsabiliza a los rusos «de romperlo una y otra vez» y de imposibilitar la huida de cualquier desplazado. Mientras tanto, ya son miles los que esperan para poder escapar de la guerra.
La acción es muy similar a lo que ya hicieron las tropas del Kremlin en el conflicto civil en Siria. Allí permitían la salida de refugiados en sus propios autobuses, controlando todo el proceso y los tiempos, cuando ya iban a arrasar la ciudad.
Por su parte, el alcalde de Mariupol, Vadim Boichenko, aseguró este sábado 5 de febrero que la ciudad portuaria habitualmente cuenta con cerca de 450.000 habitantes. Actualmente, explica, está sometida a un «bloqueo». Viven sin electricidad, alimento, agua, gas y transporte. Las fuerzas separatistas prorrusas y el ejército ruso indicaron que estaba sitiada. Los vecinos emplearon nieve de las calles para usarla como agua y poder beber. La calefacción ya no sirve y las perspectivas para ellos son esconderse en sótanos y racionar la comida que les queda.
Mientras tanto, en Jerson, la única capital de provincia conquistada por los rusos, los vecinos ucranianos salieron masivamente a las calles a plantar cara a los invasores con cánticos e insultos e incluso llegaron a subir a algún blindado con banderas ucranianas al viento. Este noveno día de contienda bélica está dejando un saldo de muertos por el momento desconocido. Lo que sí ha trascendido es la violación del alto el fuego iniciada por ambos países durante este viernes 4 de marzo en Ucrania.
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