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Kirk Cameron, de ídolo juvenil a imagen pública de una campaña creacionista

El paso de niño prodigio de la pantalla a adulto no es tarea fácil.
Seguro que te vienen a la cabeza un buen puñado de ejemplos de muy diferentes épocas: Las agitadas vidas de Mickey Rooney o Liz Taylor, el giro ideológico de Pepa Flores (alias Marisol), el descenso a los infiernos de Judy Garland o Joselito, la precocidad para la mala vida de Macaulay Culkin y Drew Barrymore o esas grotescas fashion-victim que son las gemelas Olsen,… Cada loco con su tema, que cantaba Serrat.

Nuestro protagonista formó parte del reparto de la serie norteamericana Growing Pains (en España, Los Problemas Crecen) en la década de los ochenta y toda una generación de adolescentes forraron sus carpetas y las paredes de su habitación con sus pósters y fotos recortadas.

Pero su imagen de joven rebelde y ocurrente –su personaje cumplía todos los tópicos del caradura simpático- ha dado paso a un adulto (38 años de edad y seis hijos) que presume de integrismo católico y de creacionismo militante.

Tan militante como para convertirse en la imagen pública de una campaña que intenta desacreditar la teoría de la evolución de Darwin, universalmente aceptada por la comunidad científica, en favor de la historia bíblica tomada de forma literal.
No deja de ser curioso que la campaña se centre en las cincuenta universidades más importantes de Estados Unidos, precisamente el centro del saber y la racionalidad.
El día D será el próximo 19 de noviembre, jornada en la que organizaciones religiosas de todo el país repartirán cincuenta mil libros “entre los futuros médicos y políticos del país”.
Es decir, precisamente aquellos que ocuparán los cargos dirigentes en unos años.
El libro que distribuirán es una versión comentada de El Origen de las Especies, de cuya publicación se celebran en 2009 ciento cincuenta años.
Este libro concentra los odios de los creacionistas pues, como Cameron sentencia: “El ateísmo va en aumento y la Biblia de los ateos es El Origen de las Especies”.
Cierto, no está mal como libro de cabecera.
Como apoyo a la campaña, ya viaja por la red un vídeo en el que el actor asegura que “el ateísmo evolucionista está lavando el cerebro a una generación entera cambiando así radicalmente la cultura de nuestra nación”.
Todo un ejemplo de visión sesgada.
Como ya habrás podido deducir, no se trata de una iniciativa individual de Kirk Cameron sino de una campaña orquestada que se vale de la antigua popularidad del actor para hacerse notar.
El autor de esa revisión desde una mirada medieval del ensayo de Charles Darwin es Ray Comfort, verdadero ideólogo de la campaña, el discurso creacionista y el sitio web Livingwaters.
Comfort no duda en vincular la teoría de Darwin con las ideas del nazismo: “Hitler aplicaba las ideas darwinistas que, llevadas a la lógica, pueden ser usadas para justificar todo tipo de cosas horrendas”.
Un argumento demagógico fácilmente desmontable: Por esa regla de tres, las armas o Internet deben ser prohibidas porque con su mal uso pueden provocar efectos negativos.
Por supuesto, Cameron y Comfort tienen derechos a presentar su versión a “unos jóvenes universitarios que no son estúpidos y han decidir por sí mismos”.
Quizás son los creacionistas quienes les consideran estúpidos cuando aseguran que “tenemos una situación en nuestro país en la que los jóvenes entran en la universidad con fe y salen sin ella”.
Pero dejemos los asuntos teológicos aparte y centrémonos en Cameron, que se muestra “orgulloso de su participación en la campaña”.
Menos mal porque algunas críticas en Internet son feroces.
Fuera del universo de ceros y unos el asunto es distinto pues –aseguran las estadísticas- no llegan a la mitad los estadounidenses que aceptan la teoría del evolucionismo.
También son un porcentaje importante los que sospechan que el hombre no llegó a la Luna y, por mucho que se empeñen, su opinión no puede con la terca realidad.
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