A todos que conozcáis lo que representa Nürburgring, seguro que se os han puesto los pelos de punta con sólo leer el titular de este post.
El mítico Nordscheife es el único lugar en el planeta en el que cualquier aficionado al mundo del motor puede entrar con su coche por un módico precio y medirse con los Ferrari o los Porsche que ruedan constantemente por allí.
De hecho, puedes incluso toparte allí con un prototipo de prueba de alguna marca.
Tan democrática experiencia ha estado gestionada desde el año de la fundación del trazado, en 1927, por entidades públicas.
Sin embargo, en mayor de este año, alguna mente brillante decidió alquilar a dos empresarios (Kai Richter y Jörg Lindner) tanto el trazado completo, como el parque de atracciones que se construyó al lado y del que sólo se había hecho una fase.
Ninguno de los dos poseía ni experiencia, ni intereses en el mundo del motor y además les ha entrado muy pronto el ansia de construir.
Mientras, han surgido dos problemas de los gordos: uno son los 400 millones de euros de deuda que han aparecido en los balances tras una auditoría y que deben llevar arrastrándose –incomprensiblemente- desde hace años.
El otro que, al parecer, los antiguos administradores habían exagerado históricamente las cifras de afluencia de público a Nürburgring.
Mientras hasta hace poco se creía que llegaban alrededor de dos millones de visitantes al año, ahora se sabe que sólo son unos 370.
000.
Kai Richter y Jörg Lindner habían prometido un importante aporte de inversión privada, pero los empresarios, cuando una bomba así les explota en las manos, lo que suelen hacer casi siempre es salir corriendo.
Y aunque no lo hagan, les va a tocar reestructurar todo su proyecto ya que no es lo mismo un parque temático con dos millones de visitantes al año que con menos de medio.
Según he podido leer, las autoridades ya están investigando el asunto para depurar responsabilidades.
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