No ha sido hasta hace unos años que el mercado occidental de tecnología ha comenzado a mirar hacia las empresas asiáticas (quitemos Corea y Japón), preocupándose también de los productos que éstas lanzaban y las estrategias que iban tomando. Sin embargo, la gran mayoría siguen viéndose como “empresas chinas”, cerradas a su territorio y con las características propias que se les atribuyen.
Tenemos algunas como Lenovo, TP Vision, Huawei, ZTE,… a todas se les aplica lo dicho. Pero hay una que está consiguiendo adquirir un carácter global: Xiaomi. El producto chino se asocia a lo barato, la mano de obra masiva en condiciones bajísimas y el clonado sistemático de todo lo que las compañías occidentales vayan lanzando por estos lares.
La innovación es mínima y el márqueting escaso. Todo esto está cambiando. El mejor modelo con el que podemos ejemplificarlo es Xiaomi, fundada por un empresario de éxito cuya trayectoria se asemeja más a las propias de Sillicon Valley. Lei Jun vendió su anterior proyecto a Amazon y comparte las noticias por sus redes sociales. De hecho, es que la propia Xiaomi sigue una pauta muy marecida a la de Amazon. Los márgenes de beneficio son muy bajos, pudiendo así ofrecer precios competitivos, y el canal de venta es puramente online. Todo esto sin sacrificar calidad, puesto que, aunque no estamos hablando de lo más puntero en tecnología, siempre cumple. Otro punto diferenciador de Xiaomi es el diseño de software, pues han conseguido una personalización de Android excepcionalmente buena con MIUI. ¿Qué le deparará el futuro a esta nueva gigante china de la tecnología?
