La reciente catástrofe en Valencia resalta la urgencia de mejorar las infraestructuras hidráulicas en España.
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La catástrofe de Valencia y sus consecuencias
El 29 de octubre, Valencia sufrió una devastadora dana que dejó a su paso un rastro de destrucción y pérdidas humanas. Este evento climático extremo no solo cobró vidas, sino que también causó daños económicos que se estiman en miles de millones de euros.
Las infraestructuras públicas, como carreteras y puentes, así como las propiedades privadas, se vieron gravemente afectadas. Además, la paralización de la actividad económica de numerosas empresas y autónomos añade una capa adicional de complicaciones a la ya crítica situación.
La falta de inversiones en infraestructuras hidráulicas
Una de las lecciones más evidentes que se extraen de esta tragedia es la falta de inversiones en infraestructuras hidráulicas a lo largo de los años. A pesar de que estas inversiones son cruciales para mitigar los efectos de inundaciones, han sido escasas y, en muchos casos, inexistentes. La Fundación BBVA-Ivie ha proporcionado datos que muestran que el stock de capital en infraestructuras hidráulicas ha disminuido, lo que indica que no se ha reinvertido adecuadamente en este sector vital.
Impacto de la gran recesión en las inversiones
Desde el estallido de la gran recesión, la inversión en infraestructuras hidráulicas ha sufrido un golpe significativo. Entre 20, la tasa de crecimiento anual de estas inversiones fue del 5,2%, pero desde entonces ha caído a un alarmante -7,7%. Este descenso ha llevado a un deterioro del stock de capital, donde el valor de las infraestructuras ha disminuido drásticamente desde 2011. En 2020, el valor de estas infraestructuras era un 5% inferior al de 2011, lo que pone de manifiesto la falta de atención a este sector crítico.
La necesidad de un equilibrio entre gasto e inversión
Es imperativo que se busque un mejor equilibrio entre el gasto corriente y las inversiones en infraestructuras. La protección del Estado del bienestar no debe llevar a la desatención de las inversiones necesarias para el crecimiento económico y la seguridad de la población. En tiempos de expansión económica, es fundamental aprovechar la mayor recaudación para realizar inversiones que se han postergado, asegurando así que las infraestructuras estén preparadas para enfrentar futuros desafíos climáticos.