La multinacional británica BP cambia su enfoque hacia la explotación de petróleo y gas natural.

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Un cambio de rumbo significativo
En un contexto de creciente presión por parte de sus accionistas, British Petroleum (BP) ha decidido dar un giro drástico en su estrategia empresarial. La compañía, que había prometido una transición hacia energías más sostenibles, ahora se enfoca en la explotación de combustibles fósiles, un movimiento que ha generado tanto críticas como apoyo entre sus inversores.
Este cambio se produce en un momento en que la competencia, como Shell y Exxon, ha reportado ganancias significativas, lo que ha llevado a BP a reconsiderar su enfoque en la energía verde.
Impacto financiero y decisiones difíciles
La situación financiera de BP ha sido complicada en los últimos años. La empresa ha visto caer su valor de mercado en un 25% y se enfrenta a una deuda que asciende a 20.000 millones de euros. Para hacer frente a esta situación, BP ha anunciado la venta de varias de sus divisiones, incluyendo la marca de lubricantes Castrol, y la reducción de su plantilla en un 5%, lo que equivale a 4.700 despidos. A pesar de que sus ingresos netos alcanzaron los 8.500 millones de euros el año pasado, esta cifra es significativamente inferior a la del ejercicio anterior, lo que ha suscitado rumores sobre una posible oferta pública de adquisición (OPA).
La influencia política y el futuro de la energía
La llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, con su lema de «drill, baby, drill», ha influido en la decisión de BP de aumentar su inversión en combustibles fósiles. La compañía planea destinar alrededor de 11.000 millones de euros anuales a la producción de petróleo y gas, lo que representa un aumento del 20% en comparación con años anteriores. Sin embargo, esto implica un recorte del 70% en su inversión en energía verde, lo que ha llevado a la cancelación de numerosos proyectos relacionados con biocombustibles y carga de vehículos eléctricos.
Reacciones de los accionistas y el dilema climático
La reacción de los accionistas ha sido mixta. Mientras algunos apoyan el enfoque de maximizar el valor a corto plazo, otros están preocupados por las implicaciones a largo plazo de esta estrategia. El fondo de cobertura Elliot Investment, que posee un 5% de las acciones de BP, ha presionado para que la compañía cambie su rumbo. Sin embargo, un grupo de accionistas más conscientes del cambio climático ha comenzado a recolectar firmas en contra de esta nueva dirección, argumentando que podría resultar perjudicial cuando el petróleo y el gas pierdan su valor comercial.