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Estudios señalan que los cetáceos desarrollan su propia cultura y tienen autoconciencia

Los cetáceos una vez más vienen a debate, algunos investigadores dicen que éstos mamíferos marinos tienen atributos que hasta ahora sólo se reconocían en el ser humano.
Son conscientes de sí mismos, sufren y tienen cultura social, además de poseer elevadas capacidades mentales.

Estas convicciones fueron expuestas en la International Whaling Commission (CBI) en Agadir, Marruecos.

Como afirma Lori Marino, una neurobióloga de la Universidad Emory en Atlanta, Estados Unidos, ya se conoce por estudios de campo que muchas de las grandes ballenas exhiben los comportamientos más complejos del reino animal.

Hace una década, Marino realizó un experimento con delfines nariz de botella colocándoles una pequeña marca en su cuerpo y enfrentándolos a un espejo.
Los delfines reaccionaban a la imagen y miraban con curiosidad las marcas que tenían, era evidente que actuaban con un sentido de identidad propio.
Para Georges Chapouthier, neurobiólogo y director del Centro Pierre y Marie Curie de estudios de la emoción en la Universidad de París, la auto-conciencia significa que los delfines y las ballenas, junto con algunos primates superiores, no sólo sienten dolor sino que sufren.

A diferencia de la nociocepción – una respuesta nerviosa básica a estímulos dañinos que se encuentra en todos los animales – o el dolor de orden inferior, el sufrimiento presupone un cierto nivel de funcionamiento cognitivo.
Aunque los cetáceos son los campeones en cuanto a masa encefálica se refiere en el reino animal, son superados por el ser humano en términos de proporciones: las ballenas son tan grandes que su cerebro parece minúsculo.
Pero lo sorprendente es el espacio que el cerebro de éstos animales dedica a la cognición y el procesamiento emocional, un área comparativamente mayor que la del ser humano y aparentemente estimulada por la interacción social.
Algunos científicos sugieren que esta interacción es más bien cultura, un concepto generalmente reservado para el homo sapiens.
Hay evidencia creciente de que por lo menos en algunas especies de cetáceos, la cultura es a la vez sofisticada e importante y es transmitida de generación en generación siendo diferente de una comunidad a otra.
Las ballenas jorobadas, por ejemplo, tienen cantos muy elaborados que son iguales dentro de la comunidad pero diferentes de otros grupos de ballenas jorobadas.
Los científicos también han observado que las orcas exhiben comportamientos y hábitos de caza y de alimentación diferentes según la región donde viven.
Las comunidades de orca rara vez se mezclan a pesar de compartir las mismas aguas.
Estos hallazgos, concluyen los científicos, deberían ser factores decisivos cuando se hacen cálculos sobre políticas de conservación.
Porque acabar con un sub-grupo, es más que matar a un cierto número de individuos, en realidad se podría estar acabando con toda una cultura.
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