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La cumbre climática de Cancún comienza con pocas esperanzas

Tras el fiasco de la cumbre climática de Copenhagen, lógica es la desesperanza con la que se abre la COP16, el siguiente intento de la ONU para lograr un acuerdo que detenga el calentamiento global.
Desde hoy, lunes 29 de noviembre, y hasta próximo día 10 de diciembre, casi 200 países se dan cita en Cancún, México, para la 16 reunión de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

El objetivo es lograr un pacto que sustituya al actual Protocolo de Kyoto, es decir, llegar a un acuerdo para limitar las emisiones de gases de efecto invernadero y, finalmente, pasar la página de la fracasada reunión danesa de 2009 (COP15).

Así, durante la COP16 pasarán 25.
000 negociadores de 194 países diferentes y de varias ong’s, cuyo desafío será romper el bloqueo de la COP15: establecer las reglas que releven al tratado de Kioto, que expira el 31 de diciembre de 2012.
A efectos prácticos, ello supondría establecer nuevos compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, principalmente de CO2, para el perídodo 2013-2020.

Las negociaciones se llevarán a cabo en un balneario mexicano y en Moon Palace, un complejo hotelero junto al mar.
A diferencia de Copenhagen, en esta ocasión, los ministros de Medio Ambiente tendrán más protagonismo, un cambio que quizás facilite la discusión.
Según lo dicho en las reuniones preparatorias, además de los compromisos para reducir las emisiones, se tiene previsto tratar temas como la deforestación, el precio de mercado por emitir CO2 y, por supuesto, el espinoso asunto de la financiación de la lucha contra el cambio climático.
Entre los países desarrollados, los hay más y menos alérgicos a un nuevo compromiso.
Entre los más reacios están los Estados Unidos, Canadá, Japón y Australia, así como reducciones significativas en los gases de efecto invernadero de efecto invernadero, a diferencia de la UE.
Economías emergentes como Brasil, África del Sur, China e India muestran buena disposición para reducir sus emisiones, eso sí, siempre que ésta no afecte a su desarrollo económico y obtengan transferencias financieras y tecnológicas.
Por último, un grupo de 43 Estados insulares acuden aterrados por la amenaza que les supone el aumento del nivel del mar, busca compromisos más vinculantes para que la temperatura global no aumente más allá de los 1 y 1,5 grados centígrados.
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