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Vertedero camboyano de Pnomh Pehn e industria textil

Videoperiodismo de muchos kilates (y de opinión) es lo que nos propone Nicholas D.
Kristoff en “Dirty jobs” (Trabajos sucios) en la versión on-line de The New York Times.
Muestra la vida y aspiraciones de miles de personas cuya supervivencia depende de lo que consiguen recuperar y reciclar en el mayor vertedero de la capital, Phnom Penh, de la surasiática y depauperada Camboya, en medio de nubes tóxicas por la combustión de plásticos.

La pieza, de algo más de 4 minutos de duración, está en inglés pero creo que vale la pena echarle un vistazo aunque no se comprenda lo que se dice.
La visión del vertedero es, de por sí, sencillamente dantesca.

Se aprecia el humo que invade el aire y castiga los ojos de la gente, se extienden montañas y montañas de basura, niños descalzos revuelven entre la miseria para poder reciclar plástico que luego venden al peso, familias enteras viven en cabañas improvisadas sobre el vertedero, los camiones no paran de llegar y descargar…Dejadme que os haga un resumen de lo que se dice.

Así, aquellos a los que el inglés les suena a camboyano, se harán una idea.
Porque la verdad, el punto de vista del periodista es polémico y chocante: ¡en el video se defienden las fábricas de manufactura textil donde se explota a los trabajadores! Incluso se critica la posición de Obama al respecto, que quiere trasladar esta industria a países más respetuosos con los derechos laborales.
¿¡Pero cómo es posible!?La respuesta es que, para los miserables del vertedero de Phnom Penh, trabajar 14 horas diarias en el textil es un sueño, una aspiración, un futuro mejor.
“No tendría que trabajar bajo el sol”, dice un señora mayor.
“Me duelen las piernas por los cristales que me clavo”, dice una niña con sombrero de explorador colonial…Todo lo cual me ha hecho reflexionar.
Hemos hablado aquí de la necesidad de que la moda que vestimos se produzca en entornos social y medioambientalmente respetuosos.
Sigo pensándolo.
Pero también pienso que no podemos cerrar, sin más, estas industrias insostenibles como si de un castigo se tratara, porque no cumplen nuestros estándares humanos y medioambientales.
No los podemos dejar así de tirados y quedarnos tan anchos: el Primer Mundo ha sido cómplice de las injusticias laborales y del despropósito ambiental de la industria textil en el sureste asiático.
Tenemos la obligación moral de ayudarles a cambiar lo que no funciona, lo que es malo para los trabajadores y para el planeta, en vez de largarnos con la industria a otra parte y dejarlos sumidos, aún más, en la más lacerante pobreza, en medio de la mierda del vertedero.
Para ver el video, seguid el enlace de la Vía, de la Fotografía o bien aquí.
Vía

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