La Gobernadora de Alaska, Sarah Palin, ha rechazado 28,6 millones de dólares en fondos federales para el estímulo del Programa de Energía de la administración Obama para el Estado de Alaska.
Sin embargo, la Gobernadora Palin sí ha aceptado todos los demás fondos federales de estímulo que su estado es susceptible de recibir (930 millones de dólares).
¿Pero por qué rechaza la partida del Programa de Energía? Porque Palin está en contra de que las políticas que Washington quiere impulsar para construcciones más eficades energéticamente tengan aplicación también en Alaska.
Y porque su Estado debería comprometerse, para recibir el dinero, a convertir en prioridad la mejora de la eficiencia energética y el desarrollo de las energías renovables.
En esta época de recesión en Estados Unidos, otros gobernadores también han manifestado su oposición al paquete de estímulo.
Pero una cosa es criticar y otra, muy diferente, no aceptar un dinero, que nunca viene mal.
La Gobernadora Palin, tozuda como ella sola, es la única que no ha firmado la carta de Steven Chu (el secretario de Energía EE.
UU.
) por la que su estado, de recibir esos millones de dólares, se comprometería a cumplir con las políticas relacionadas con el dinero de los departamentos estatales de energía.
Según Palin, Alaska is different.
Vamos, que lo que sirve al resto de Estados Unidos no sirve para Alaska.
Que las normas federales de energía que Washington quiere impulsar a todo el país no sirven a los intereses de Alaska.
En realidad, lo que quiere es más dinero (o sencillamente importunar), como se refleja de sus declaraciones, en las que se pregunta qué pasará cuando los fondos de Washington se agoten.
Quién deberá seguir pagando para mantener esas políticas, se pregunta.
Su estado, Alaska.
Ahora bien.
La mamá del hockey, o la bulldog con pintalabios, como se hizo bautizar durante la última campaña electoral presidencial en la que se presentaba como vice-presidente para los republicanos, sí ha aceptado 28 millones destinados a la climatización de los hogares y en la mejora de la eficiencia energética de los mismos.
Parece que todo no le parece tan mal.
Pero, desgraciadamente, su renuencia a aceptar los otros 28,6 millones de dólares es una mala noticia para sus conciudadanos.
¿Por qué se opone? Bien, Palin no ve con buenos ojos el adoptar códigos de construcción más estrictos para potenciar la conservación de la energía en hogares.
Será que no le interesa demasiado el ahorro que ello puede suponer a los ciudadanos.
Ni que de esta forma se contamine más.
Igual está velando por los intereses de los promotores inmobiliarios… vayan ustedes a saber.
Tal vez sólo sea una rabieta transitoria.
Esperemos que se le pase.
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