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Sarah Michelle Gellar, una premamá hortera

Algunas famosas se creen que por el mero hecho de estar embarazadas se pueden permitir de manera inmune cometer ciertos delitos contra la estétita sin que les pasen factura.
Por eso, por si los modelitos premamá “de marca” no fueran lo suficientemente horribles, algunas celebrities se atreven a salir a la calle con extrañas superposiciones textiles.

Es el caso de Sarah Michelle Gellar, que no se sabe si está dentro de esa horripilante camisa de cuadros, o intentando salir de ella.
Miro la foto y la imagen que me viene a la cabeza es la de una cama sin hacer, mezclada con un picnic campestre.

Porque una cosa es usar ropa holgadita para estar más cómoda, y otra ponerte una camisa de leñador de una talla tan grande que podrías llevar al mismísimo Paquirrín escondido en una de las mangas.
Me hace gracia también que, con esta moda que tenemos esta temporada de remangarnos los dobladillos de los shorts para hacerlos más shorts todavía, a algunas les pase como a la popular cazavampiros, y se le vea asomar el revés del bolsillo.

Da mala impresión porque, si no fuera porque “intuimos” que está embarazada, podríamos pensar que se la movido un poco la compresa…Pero aún hay más, porque en vez de ponerse unas bonitas Converse para completar el modelito “cómodo e informal” (con lo bonitas que son las Converse, que las hay de todos los colores del mundo y con estampados a cada cual más original), Sarah echa manos de las zapatillas de deporte blancas e impolutas que probablemente usaba para ir a clases de gimnasia en algún colegio de monjas.
Y no hablo del pelo porque todas podemos tener esa clase de mal día, en el que la mejor solución es un moñete de abuela, como ha hecho ella.
En serio, con la de embarazadas estilosas que vemos casi a diario en las publicaciones del corazón, hoy en día no hay excusas para ir tan hecha unos zorros como ella.
Al menos ha conseguido que yo me riera un rato.
Y eso para un martes cualquier está genial, teniendo en cuenta todo lo que falta para llegar al fin de semana… Dan ganas de exorcizarla o sacarle el niño a tortas, a ver si con el parto recupera un poco el buen gusto en el vestir.
Fotografía

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