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En la Península Antártica científicos hallan abundancia de krill y ballenas

Científicos han observado una super-agregación de más de 300 ballenas jorobadas dándose un festín con la reunión de krill antártico más grande vista en más de 20 años en las bahías de la Península Antártica Occidental.
También destacan que, pese a que el otoño austral ya está bien entrado, las aguas de la zona están todavía muy libres de hielo.

Para mayo de 2009, había fragmentos de escombros de hielo flotante en menos de 10% de la Bahía Guillermina.
En mayo de 2009, el equipo dirigido por científicos de la Universidad de Duke observó 306 ballenas jorobadas -o alrededor de 5,1 ballenas por kilómetro cuadrado, la densidad más alta jamás registrada- en la Bahía Guillermina.

La biomasa de krill en la zona fue calculada en alrededor de dos millones de toneladas.
El equipo regresó en mayo de 2010 y registró un número similar.
En la vecina Bahía Andvord el recuento fue más pequeño, pero de todas formas más altos que lo normal.

El biólogo Douglas Nowacek, citado por Science Daily, dice que tan densa concentración de ballenas y de krill nunca ha sido vista antes en este área en esta época del año.
Además, el hielo marino invernal solía cubrir gran parte de las bahías y fiordos de la península en mayo, protegiendo al krill y obligando a las ballenas jorobadas a migrar a otros lugares para encontrar comida.
Pero el cambio climático en el área durante los últimos 50 años ha retrasado la formación anual del hielo.
Ari S.
Friedlaender, co-investigador principal del proyecto e investigador de Duke, citado por Science Daily, dice:La falta de hielo marino es una buena noticia para las ballenas en el corto plazo, dándoles un festín de todo lo que puedan comer cuando el krill migra verticalmente hacia la superficie de la bahía cada noche.
Pero es una mala noticia en el largo plazo para ambas especies y para todo lo demás en el Océano Austral, que depende del krill.
En todo el oeste de la Península Antártica, el krill migra en el otoño austral desde las aguas de mar abierto a las bahías ricas en fitoplancton, donde los jóvenes se alimentan y la población pasa el invierno bajo la cubierta protectora de hielo.
Hay una fuerte correlación entre la cantidad de hielo marino y la cantidad de krill que sobrevive al largo y crudo invierno antártico.
Los científicos ya han documentado caídas en la abundancia de krill durante los últimos 50 años, relacionadas con la reducción del hielo.
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