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La nube radioactiva de Fukushima llega a España (Vídeos)

Sin querer alarmar más de la cuenta ni, mucho menos, banalizar la crisis atómica nipona, lo cierto es que la nube radioactiva de Fukushima no conoce fronteras (hoy invade España débilmente), y que sus consecuencias para la salud pública y medioambiental todavía son impredecibles.

Si, por ejemplo, nos atenemos a lo que dijo el gobierno español (ver el cuestionario oficial), la nube tóxica no llegaría a la piel de toro, pues nos separan tantos miles de kilómetros, más de 15.
000, que, por otra parte, de llegar su nivel de radioactividad sería tan insignificante que no debería preocuparnos.

Sin embargo, es difícil no asomarse a la ventana, no mirar al cielo esperando una suerte de apocalipsis nuclear.
Craso error.
Según los científicos, y el sentido común, esto no llega así, como un humo negro o una lengua de fuego.
Es algo inivisible, mucho más sutil.
Aunque, eso sí, en contra de mensajes con vocación de anestesia, lo que es llegar, llegar, sí llegará, si no lo ha hecho ya.

¿Pero, supondrá una amenaza para la salud pública?Primero contestemos a esta otra pregunta: ¿Por qué afirmamos que viene a España? Según dejan bien claro (ver informe completo) dos prestigiosas instituciones francesas, el Institut de Radioprotection et de Sûreté Nucléaire (IRSN) y Météo France, las emisiones ya alcanzaron Siberia, USA y el oeste del océano Atlántico, y acaba de entrar en Europa por Noruega a día de hoy, miércoles día 23 de marzo, y también a España.
Recomiendo, sobre todo a incrédulos, ver su modelo dinámico de simulación de la dispersión a nivel mundial de estas emisiones.
Pone los nervios de punta.
Además, el IRSN y Météo France detallan que se espera que España reciba, principalmente, radioactividad muy débil en forma de aerosol radiactivo de cesio 137.
Y no se descarta la llegada de sucesivas nubes radioactivas a corto plazo.
Igualmente, a consecuencia de la pérdida de fuerza producida en su avance, los efectos de estos gases para la salud también se esperan “extremadamente pequeñas” en otros países, de acuerdo con The New York Times, con acceso a información secreta.
Es decir, en principio no amenazan la salud.
Este análisis no significa que haya que bajar la guardia.
Todo lo contrario.
Tal y como ya ocurrió en Chernóbil, los efectos de la radioactividad se verán a largo plazo, pues la contaminación afecta a todo: la tierra, el agua y el aire, a los animales, a las personas, siendo la formación de tumores y el cáncer de tiroides el principal riesgo por ingestión de yodo radioactivo.
Por su parte, el cesio radioactivo también es de armas tomar, pudiendo producir náuseas, vómitos, diarreas, hemorragias e incluso la muerte, dependiendo del tiempo de exposición a sus iones radioactivos.
Pero, hoy por hoy, estos niveles sólo se sufren en las prefecturas de Fukushima (donde está la central siniestrada) y de Ibaragi, y allí la ciudadanía está alertada.
De hecho, muchos extranjeros están abandonando el país a marchas forzadas.
Otro dato a tener en cuenta es el mismo accidente de la central de Fukushima.
Si bien éste ha mejorado o, al menos, no ha empeorado, todavía no está controlado.
Su situación crítica podría agravarse al pasar los días – tremebundo el pronóstico del catedrático de Física de la Universidad Alcalá de Henares, Antonio Ruiz de Elvira, ver el vídeo- o en caso de producirse un nuevo terremoto en la zona.
De hecho, fuertes réplicas sísmicas se registraron a primera hora de hoy cerca de la planta nuclear afectada de Fukushima, informó la agencia meteorológica.
Fueron sacudidas de 6.
0 y 5.
8 grados en la escala Ritcher, y no hay temor de que originen un nuevo tsunami.
Más nos vale a todos.
Vía

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