La salud no es el fuerte de los increíbles ecosistemas canadienses.
El que no tose, estornuda, y la cosa puede llegar a mayores si no se reacciona pronto, según un alarmante informe publicado por el gobierno del país.
Coincidiendo con la cumbre mundial de la biodiversidad que se celebra estos días en Japón, Canadá airea sus pobrezas medioambientales con el informe más concienzudo realizado hasta la fecha.
En él han participado más de medio millar de expertos en colaboración con los distintos gobiernos territoriales, y la conclusión no deja lugar a dudas: urgen políticas que frenen este deterioro del entorno.
Sin embargo, no todo son malas noticias, pues el informe también concluye que algunos de sus ecosistemas se encuentran en buen estado, pero no la mayoría.
Y, precisamente ahí, en el pero, está el problema: son muy numerosos los que se encuentran en el “umbral crítico” y necesitan una rápida intervención para evitar que las circunstancias acaben ahogándolos.
La biodiversidad de Canadá: situación y las tendencias de los Ecosistemas del 2010, título del documento, identifica las áreas donde la situación es “preocupante” y requiere “medidas para mantener el funcionamiento de los ecosistemas”.
En concreto, se habla de la pérdida de bosques maduros, de cambios en los caudales de los ríos, de la pérdida de hábitat de vida silvestre en los paisajes agrícolas, de la disminución de las poblaciones de aves, del aumento de los incendios forestales y de contaminantes que perjudican la fauna silvestre.
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