Hace aproximadamente un mes, un equipo internacional de científicos hizo público su descubriento de nuevas especies en las ignotas montañas Fojas de Indonesia.
Su hallazgo no sólo nos mostró fotografías del canguro más pequeño del mundo, de una rana con nariz retráctil y de otros increíbles animales, sino que también nos recordó que existen mundos perdidos, fuera de la vista del hombre.
Ahora, además, se empiezan a conocer detalles de la expedición, realizada en el año 2008, en la que los investigadores osaron meter la nariz en un mundo desconocido, una experiencia que les hizo “pasar mucho miedo”, dice Bruce Beehler, científico de Conservación Internacional, ong que participó junto con el National Geographic y la Smithsonian Institution.
Así, el remoto lugar de Indonesiafmontañ en el que se adentraron les trajo grandes alegrías, pero también tuvieron que ganárselas.
Tal y como explican ellos mismos, encontrar extrañas criaturas fue un logro, pero no menor que conseguir permanecer con vida en aquella jungla.
¿Pero, qué les hacía temblar a los científicos? Aquella es una zona remota y escarpada de Indonesia, de tiempo lluvioso, lo que convertía su peligroso terreno en una trampa muy peligrosa para los exploradores.
Nada mejor que un testimonio en primera persona para entenderlo.
El mismo Beehler nos pone en situación: Las inundaciones repentinas aparecían de la nada, los ríos caudalosos se nos cruzaban cuando menos lo esperábamos, y helicópteros casi no lo podían acercanos a aquella montaña.
Por supuesto, al final, la recompensa valió la pena, aquellos grandes descubrimientos nos ofrecieron otra lección también valiosa: lo poco que realmente sabemos sobre la Tierra y sus tesoros.
Hay mucho de la naturaleza que se esconde lejos de nosotros que no sabemos nada.
(Traducción libre)Vía
