¿Son realmente representativas las opiniones que se dicen ser mayoritarias en la política española?

Temas cubiertos
En el ámbito político, la capacidad de construir narrativas atractivas que reflejen la opinión pública es fundamental. Sin embargo, surge una pregunta inquietante: ¿cuánto de lo que se presenta como consenso es realmente representativo de la ciudadanía? Recientemente, la ministra Pilar Alegría afirmó que ‘la inmensa mayoría’ de los ciudadanos apoya la postura del Gobierno sobre los jueces que investigan a su familia.
Pero, ¿tenemos datos que respalden esta afirmación? Es crucial desmantelar el hype que rodea estas declaraciones y centrarnos en los hechos.
La discrepancia entre percepción y realidad
Las afirmaciones de consenso a menudo carecen de un respaldo sólido.
Por ejemplo, el ministro Albares también proclamó que un 80% de los españoles y un 90% de los catalanes apoyan el encuentro entre Illa y Puigdemont. Estas cifras, que parecen indicar un consenso abrumador, pueden interpretarse más como una construcción discursiva que como un reflejo de la realidad. Al igual que en el mundo de las startups, donde he visto demasiadas fracasar por basarse en percepciones erróneas en lugar de datos concretos, la política no está exenta de este riesgo.
En el caso de España, la falta de mecanismos claros para medir la opinión pública puede llevar a los políticos a crear una representatividad ficticia. Esto se denomina sesgo de confirmación, un fenómeno donde las personas tienden a buscar, interpretar y recordar información que confirma sus propias creencias. ¿Estamos ante un escenario donde los líderes políticos, al igual que los usuarios de redes sociales, se ven atrapados en sus propias burbujas?
Lecciones de la historia política reciente
Cuando Pedro Sánchez afirmó ‘somos más’, no estaba simplemente expresando una opinión; estaba creando una narrativa que ignoraba la realidad del escrutinio electoral. Al igual que en 2016, cuando el PSOE experimentó un descalabro, el enfoque en las alianzas negativas puede resultar en una estrategia precaria. Aunque las encuestas, incluso las del CIS, muestran una desconexión entre la mayoría sociológica y la parlamentaria, es importante recordar que las mayorías demoscópicas son solo eso: demoscópicas, hasta que se materializan en votos reales.
La historia nos enseña que las mayorías imaginarias son tentadoras para quienes ocupan el poder. Estas afirmaciones pueden ser proclamadas fácilmente, pero al no someterse a una prueba democrática, corren el riesgo de convertirse en un espejismo. La realidad es que, en España, los políticos pueden mentir sin consecuencias inmediatas, lo que agrava aún más la desconexión entre la política y la ciudadanía.
Implicaciones para el futuro político
Es esencial que, como ciudadanos, exijamos una mayor transparencia y responsabilidad de nuestros líderes. Las afirmaciones sobre consensos deben estar respaldadas por datos y evidencias, no por meras suposiciones o narrativas construidas. La política debe basarse en la realidad, no en ilusiones construidas a partir de percepciones subjetivas.
En conclusión, la construcción de mayorías subjetivas en la política española nos invita a reflexionar sobre la importancia de los datos en la toma de decisiones. La historia ha demostrado que las percepciones pueden ser engañosas. Solo a través de la verdad y la evidencia podremos avanzar hacia un futuro político más sólido y representativo.