Las familias se unen para proteger el refugio educativo que representa la escuela El Ardal, dedicada a niños con necesidades especiales.

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Desde su fundación en 1985, El Ardal ha sido más que una simple escuela en San Sebastián de Los Reyes, un suburbio dinámico de Madrid. Esta institución privada se dedica específicamente a niños con necesidades educativas especiales y discapacidades intelectuales, ofreciendo un entorno de aprendizaje individualizado que prioriza actividades al aire libre.
Sin embargo, el futuro de esta querida escuela es incierto debido a las batallas legales en curso con el gobierno local.
A pesar de ser una instalación educativa crucial para unas 140 familias, la falta de una licencia de urbanismo válida ha puesto a El Ardal en riesgo de cierre.
El consejo local ha emitido múltiples advertencias sobre el estado operativo de la escuela, y se ha anunciado un cierre inminente, lo que deja a los padres preocupados por el futuro educativo de sus hijos.
Historia de conflictos y apoyo comunitario
La historia de El Ardal está marcada por desafíos y la participación activa de la comunidad. Fundada por Paloma de Haro, la escuela se estableció en un terreno privado perteneciente a su hermano, satisfaciendo una necesidad crítica de una institución educativa especializada en la zona. Desde el principio, la escuela operó con los permisos educativos necesarios; sin embargo, el municipio siempre ha clasificado el terreno como no edificable, lo que ha llevado a una disputa continua sobre su legalidad.
Fuentes locales revelan que los conflictos datan de al menos 2002, cuando las autoridades locales comenzaron a exigir la cesación de las actividades de El Ardal. Fallos legales entre 2003 y 2005 reforzaron estas demandas, aunque De Haro logró unir a padres y residentes locales para detener la ejecución de estas órdenes en ese momento.
Desarrollos recientes y obstáculos administrativos
Después de varios años de relativa calma, las tensiones resurgieron entre 2018 y 2020 cuando la escuela llevó a cabo proyectos de construcción, que De Haro asegura eran menores e involucraban módulos de madera móviles. Sin embargo, la interpretación del gobierno local condujo a una resolución municipal en febrero de 2023, que ordenaba la detención inmediata de los trabajos en curso. Esto provocó una nueva ola de disputas que han prolongado el cronograma de los procedimientos legales.
En la antesala de las elecciones de 2023, una visita de la nueva alcaldesa, Lucía Soledad Fernández del Partido Popular, generó esperanzas de una solución. Tanto ella como otro concejal manifestaron entusiasmo por la misión de la escuela, sugiriendo que se podría establecer una nueva clasificación urbana para legitimar las operaciones de El Ardal. El 30 de abril de 2024, De Haro presentó una propuesta para modificar la clasificación del terreno, pero desde entonces ha permanecido sin acción.
Desafíos actuales y defensa parental
En mayo de 2025, la administración de la escuela fue informada de que cambiar la clasificación del terreno era poco probable, lo que llevó a una directiva para que El Ardal cesara operaciones. Los padres, que ya habían iniciado una petición en línea que reunió más de 15,000 firmas, se encontraron en una encrucijada. Este movimiento de base refleja el compromiso de la comunidad por preservar la escuela, destacando el impacto devastador que tendría un cierre en sus hijos.
Con el inicio del nuevo año académico, el gobierno local reiteró su postura de cerrar la escuela, fijando una fecha formal de cierre. A pesar de esto, los padres no se han vuelto en contra de El Ardal; por el contrario, se mantienen firmes en su demanda de una solución que garantice la continuidad de la escuela y los valiosos programas educativos que ofrece.
Mirando hacia el futuro: esperanza de diálogo
En caso de que el cierre avance, se garantiza la reubicación de los estudiantes en otras escuelas. Sin embargo, tanto los padres como De Haro se mantienen optimistas en que se pueda establecer un diálogo con las autoridades locales. De Haro enfatiza: “Todo lo que queremos es la oportunidad de reunirnos y discutir. Hay numerosas soluciones al alcance.” Este sentimiento resuena en muchos de la comunidad, quienes creen que la colaboración puede allanar el camino hacia un futuro más brillante para El Ardal y sus estudiantes.