El excepcional desempeño de Shohei Ohtani redefine la narrativa de la excelencia en la postemporada.

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En los anales de la historia del béisbol, pocas noches resonarán tan profundamente como la que se vivió en el Dodger Stadium. No fue simplemente un juego; fue una exhibición de talento extraordinario que se comparará con momentos legendarios como el juego perfecto de Sandy Koufax o el icónico jonrón de Kirk Gibson.
En esta memorable noche de jueves, un jugador se destacó como la estrella indiscutible: Shohei Ohtani.
La actuación de Ohtani fue nada menos que mítica. Logró la rara hazaña de conectar tres jonrones y ponchar a diez bateadores, convirtiéndose en el primer pitcher en playoffs en golpear múltiples jonrones en un solo juego.
A lo largo de seis innings, permitió solo dos hits, electrizando al público en Chavez Ravine y dejando una huella indeleble en la postemporada.
El inicio de algo especial
La atmósfera cambió desde el primer lanzamiento, hecho a las 5:39 p.m. El primer enfrentamiento de Ohtani fue con Brice Turang, a quien otorgó una base por bolas. Sin embargo, los tres bateadores siguientes sentirían su furia, ya que los ponchó a todos en sucesión. La emoción en el estadio era palpable, aumentando conforme crecía la anticipación por el turno al bate de Ohtani.
Una exhibición poderosa en el plato
Solo nueve minutos después de su espectacular actuación como pitcher, Ohtani se presentó en el plato, y la multitud ya estaba de pie. Enfrentando a José Quintana, conectó un slurve, enviándolo a volar 446 pies hacia el pabellón del jardín derecho. El rugido de la multitud fue ensordecedor, un preludio de la magia que aún estaba por venir.
A medida que el juego avanzaba hacia el cuarto inning, Ohtani se enfrentó al relevista Chad Patrick. Tras observar tres lanzamientos, conectó con un cutter de 89 mph. La pelota tomó vuelo, desapareciendo en el cielo nocturno y aterrizando lejos del estadio, cerca de Pasadena. Su característico gesto de soltar el bate siguió, encendiendo aún más la euforia entre los aficionados.
Dominio en la lomita
Para el séptimo inning, Ohtani ya había ponchado a diez oponentes mientras permitía solo dos hits. El mánager de los Dodgers, Dave Roberts, decidió retirar a Ohtani tras alcanzar las 100 lanzamientos, lo que provocó una ovación de pie de las 52,000 almas presentes. Sin embargo, su noche estaba lejos de terminar.
Un final histórico
Regresando al plato bajo la “Regla Ohtani” de la MLB, se enfrentó a Trevor Megill, el cerrador de los Brewers. Con un conteo de 1-2, Megill lanzó una recta registrada a 98.9 mph. Ohtani, con una calma notable, conectó el lanzamiento y envió su tercer jonrón volando 427 pies al centro. El Dodger Stadium tembló de emoción mientras los Brewers solo podían observar con incredulidad.
Los Dodgers mostraron su dominio a lo largo de la Serie de Campeonato de la Liga Nacional, superando a los Brewers 17-4 y liderando en 35 de los 36 innings jugados. A pesar de ser el mejor equipo de la Liga Nacional en promedio de bateo, los Brewers lucharon, logrando un magro promedio de .113 en la serie.
Mirando hacia la Serie Mundial
Con la fenomenal actuación de Ohtani liderando el camino, los Los Ángeles Dodgers lograron su primera barrida en postemporada en una serie al mejor de siete desde 1963. Su próximo desafío se avecina mientras se preparan para enfrentar a los Seattle Mariners o a los Toronto Blue Jays a partir del 24 de octubre.
Ohtani llegó a esta noche histórica con un promedio de bateo en postemporada de solo .103, pero salió del campo bajo una ovación ensordecedora tras acumular un asombroso total de 1,342 pies en jonrones y ofrecer una actuación que ya se considera legendaria. Como bien expresó Dave Roberts antes del juego: “Esta es su oportunidad para dejar su huella.” Y así lo hizo, quizás incluso más allá de lo que cualquiera podría haber imaginado.