Juan Antonio Corbalán Ícono del baloncesto español y apasionado del deporte, transforma su dedicación en el ámbito médico. Con una trayectoria sobresaliente en el baloncesto, ahora canaliza su experiencia y disciplina en el campo de la medicina, buscando mejorar la salud y el bienestar de las personas.

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Juan Antonio Corbalán es considerado uno de los más grandes bases en la historia del baloncesto español. Su carrera alcanzó un hito histórico al representar a España en los Juegos Olímpicos de 1984 en Los Ángeles. En esa ocasión, el equipo nacional llegó a la final y se llevó la medalla de plata tras un reñido enfrentamiento con Estados Unidos, que contaba en su alineación con la leyenda del baloncesto Michael Jordan.
Después de una larga trayectoria en el Real Madrid y una última temporada en el Forum Valladolid, Corbalán se retiró del baloncesto hace más de tres décadas. Sin embargo, su vida dio un giro significativo cuando decidió dedicarse a la medicina deportiva.
Su elección de estudiar medicina fue el resultado de una búsqueda de un equilibrio entre lo humanista y lo técnico, algo que considera esencial para su desarrollo personal y profesional.
La intersección entre deporte y salud
Las experiencias vividas en la cancha han proporcionado a Corbalán un entendimiento único sobre la importancia del entrenamiento físico y su impacto en la salud. Según él, tanto los atletas como las personas comunes entrenan con un objetivo común: mejorar su calidad de vida. Aunque los deportistas buscan medallas y títulos, la base fisiológica detrás de sus esfuerzos es prácticamente la misma. “La salud requiere un equilibrio entre lo psicológico, lo fisiológico, el entrenamiento, la nutrición y el descanso”, señala.
El papel del deporte en la prevención de enfermedades
Corbalán participó recientemente en un evento organizado por la Asociación Española Contra el Cáncer durante el congreso Cardiotox, centrado en la atención cardiovascular de pacientes oncológicos. En su intervención, subrayó la necesidad de romper el ciclo vicioso que puede surgir tras un diagnóstico de cáncer. “Es fundamental no caer en el sedentarismo, ya que esto puede llevar a un aumento de peso, una disminución de la condición física y una mayor fatiga”, advierte. A pesar de la creciente disponibilidad de tratamientos, enfatiza que ninguna medicina puede reemplazar los beneficios del entrenamiento físico.
La importancia de hábitos saludables
Respecto a la obesidad y la integración del ejercicio en la vida cotidiana, Corbalán menciona que es esencial adoptar un enfoque trifásico: buena alimentación, ejercicio regular y descanso adecuado. También advierte sobre los riesgos de hábitos poco saludables, como el consumo excesivo de alimentos, alcohol o fiestas nocturnas, que pueden desviar a las personas de las pautas recomendadas. “Cuando somos jóvenes, el cuerpo tiene una reserva biológica considerable, pero perpetuar estos malos hábitos puede tener consecuencias a largo plazo”, enfatiza.
Entrenamiento vs. ejercicio casual
Un concepto clave que Corbalán destaca es la distinción entre entrenarse y simplemente pasear. Para ilustrar esta diferencia, plantea una metáfora: “Si tuvieras que realizar cinco entrevistas en un día y solo completaras dos, el resultado sería incompleto. Lo mismo ocurre con el deporte; pasear es mejor que estar inactivo, pero el entrenamiento interválico es crucial y debes perseverar aun cuando te sientas fatigado”.
Visión sobre el sistema de salud en España
En su discurso, Corbalán también reflexiona sobre el sistema de salud español, que considera preparado para abordar a los pacientes de manera integral y no segmentada. “Contamos con profesionales de la salud reconocidos a nivel internacional. Soy un firme defensor de la sanidad pública, aunque su financiación ha disminuido en relación con las necesidades de una población que no solo busca tratamiento para enfermedades, sino también bienestar general”, afirma.
Corbalán resalta la importancia de que los pacientes se sientan partícipes en su propio proceso de salud. “Empezamos a deteriorarnos cuando dejamos de movernos. Debemos esforzarnos por ser activos en la medida de lo posible. Es vital eliminar los alimentos procesados y optar por opciones más naturales. Sin embargo, esto no debe verse como un cambio absoluto, sino como una tendencia hacia un estilo de vida más saludable”, concluye.




