La brecha entre la realidad del cambio climático y la percepción social es inquietante.

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Las olas de calor y otros fenómenos meteorológicos extremos impactan cada vez más a Europa, especialmente en el sur del continente. A pesar de la gravedad de estos eventos, la población parece adaptarse a estas nuevas realidades climáticas, lo que se traduce en una alarmante disminución de la preocupación por el cambio climático.
Un claro ejemplo de esta tendencia se observó en octubre pasado, cuando Valencia recordaba una devastadora dana que causó 229 muertes. En ese mismo periodo, Sevilla sufría una intensa tormenta, rompiendo récords de precipitación. La respuesta de los meteorólogos es contundente: un planeta más cálido propicia fenómenos meteorológicos más extremos.
A pesar de la creciente intensidad de los desastres naturales, los estudios muestran que la preocupación por el cambio climático está disminuyendo. Un estudio de Ipsos, encargado por el Forest Stewardship Council (FSC), reveló que en las principales economías europeas, la inquietud por la crisis climática ha caído significativamente desde 2025.
Los datos indican que países como Francia, Dinamarca y España han registrado reducciones en la preocupación ciudadana por este tema, lo que plantea una paradoja: los efectos del cambio climático se intensifican mientras la población parece desentenderse de su importancia. ¿A qué se debe este fenómeno?
Causas de la disminución de la preocupación
Según el profesor Pablo Angel Meira Cartea, especialista en Educación Ambiental, el cambio climático ha sido politizado y se ha convertido en un tema de guerra cultural. Este contexto ha propiciado que las narrativas de duda se fortalezcan, especialmente en momentos de crisis climática.
La reciente dana en Valencia es un claro ejemplo de cómo la desinformación puede florecer en las redes sociales. Las campañas negacionistas intentan socavar la relación entre los fenómenos climáticos y el cambio climático. Así, la gravedad de los eventos parece ser contrarrestada por una intensificación de la duda y la confusión.
El papel de los jóvenes y la educación ambiental
Los jóvenes se presentan como el grupo más preocupado por el cambio climático, según varios estudios. Sin embargo, también son los que muestran un mayor desinterés en las soluciones y la acción directa. Un informe del Observatorio de Transición Justa indica que la confianza en que el cambio climático es real ha disminuido entre los jóvenes de 18 a 30 años.
Este desinterés puede atribuirse a la falta de una identidad sostenible en la cultura actual. Mientras que en 2019, casi el 40% de los españoles se identificaban con un estilo de vida sostenible, ese número ha disminuido considerablemente. Además, el sentido de responsabilidad individual para abordar esta crisis parece estar en declive.
Impacto emocional y movilización
Los estudios sugieren que las emociones negativas, como el miedo y la tristeza, pueden llevar a la gente a desconectarse de la problemática climática. Cuando no se vislumbran soluciones claras, la ansiedad y la apatía se convierten en respuestas comunes.
No obstante, eventos extremos como la dana de Valencia pueden generar un impacto emocional que fomenta la movilización. Los datos reflejan que, tras estos eventos, existe una mayor disposición entre los jóvenes para involucrarse en activismo climático, especialmente cuando se les presentan soluciones prácticas y directas.
Un llamado a la acción
Un claro ejemplo de esta tendencia se observó en octubre pasado, cuando Valencia recordaba una devastadora dana que causó 229 muertes. En ese mismo periodo, Sevilla sufría una intensa tormenta, rompiendo récords de precipitación. La respuesta de los meteorólogos es contundente: un planeta más cálido propicia fenómenos meteorológicos más extremos.0
Un claro ejemplo de esta tendencia se observó en octubre pasado, cuando Valencia recordaba una devastadora dana que causó 229 muertes. En ese mismo periodo, Sevilla sufría una intensa tormenta, rompiendo récords de precipitación. La respuesta de los meteorólogos es contundente: un planeta más cálido propicia fenómenos meteorológicos más extremos.1




