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El Efecto de la Rutina en la Percepción del Tiempo: ¿Cómo Afecta Tu Día a Día?

Rompe con la rutina diaria y redescubre la plenitud en cada instante.

La percepción del tiempo es un fenómeno que nos afecta a todos, especialmente a medida que acumulamos años. La traumatóloga Inés Moreno ha compartido su visión sobre por qué sentimos que los años pasan más rápido, un tema que resuena con millones de personas.

A medida que crecemos, nuestras rutinas tienden a volverse monótonas, lo que puede hacer que el tiempo se sienta comprimido y fugaz.

En la infancia, cada experiencia es única y significativa. Recordamos momentos como aprender a montar en bicicleta o disfrutar de nuestra primera película, cada uno de ellos lleno de detalles que nuestro cerebro se esfuerza por registrar.

Sin embargo, al llegar a la adultez, muchas de estas experiencias se repiten con frecuencia, lo que impacta nuestra percepción del tiempo.

Los hechos

Según Moreno, el cambio en la forma en que experimentamos el tiempo está íntimamente ligado al funcionamiento de nuestro cerebro. En la niñez, el cerebro está en un estado de alta plasticidad, lo que significa que está constantemente aprendiendo y creando nuevas conexiones neuronales. Cada día se convierte en una oportunidad para descubrir algo nuevo, lo que llena nuestra memoria de momentos significativos.

Sin embargo, al llegar a la adultez, la repetición de actividades cotidianas —como ir al mismo trabajo o seguir la misma rutina diaria— hace que nuestro cerebro deje de registrar esos momentos. Esto se traduce en una sensación de que el tiempo está comprimido. La experta explica que, en ausencia de novedades, el cerebro omite ciertos “frames” de nuestra vida, lo que provoca que los años se sientan más cortos.

El fenómeno de la rutina

La rutina puede ser un enemigo letal para nuestra salud mental. Al caer en el piloto automático, nos volvemos menos conscientes de lo que nos rodea, lo que puede llevar a una sensación de vacío y desasosiego. Esto es especialmente relevante en nuestra sociedad actual, donde la repetición se ha convertido en la norma. La traumatóloga enfatiza que el tiempo no se mide en segundos, sino en la calidad de nuestras experiencias.

Por ejemplo, un año en la vida de un niño que cumple tres años representa un tercio de su existencia, mientras que para un adulto de 50 años, ese mismo periodo solo representa 1/50 de su vida. Este cambio en la percepción se relaciona con la ley de Weber, que sugiere que la cantidad de tiempo que sentimos transcurrir es proporcional a las experiencias que vivimos.

La clave para una vida más plena

Entonces, ¿qué podemos hacer para combatir esta sensación de que el tiempo se escapa? Moreno propone una solución sencilla pero efectiva: romper con la rutina. Al introducir novedades en nuestra vida diaria, podemos revitalizar nuestro cerebro y mejorar nuestra percepción del tiempo. “¿Quieres que tu vida se sienta más larga? Atrévete a hacer algo por primera vez”, aconseja Moreno.

Actividades como viajar, aprender una nueva habilidad o simplemente cambiar el camino al trabajo pueden reactivar nuestra mente y aumentar la sensación de que el tiempo es más abundante. La neurociencia respalda esta idea, ya que el cerebro responde positivamente a nuevos estímulos, favoreciendo así la memoria y la percepción del tiempo.

La eternidad en nuestra mente

La percepción del tiempo es un fenómeno fascinante que se ve afectado por nuestras experiencias y la rutina diaria. Inés Moreno nos recuerda que la eternidad no reside en un reloj, sino en nuestra corteza prefrontal. Al abrirnos a nuevas experiencias y desafiar la monotonía, no solo enriquecemos nuestra memoria, sino que también recuperamos la intensidad de los días que recordamos de nuestra infancia. Así, cada día puede volver a ser una aventura.


Contacto:
Elena Rossi

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