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VIII Muestra SyFy de Cine Fantástico: Shadow, los malos vicios del cine de terror

Sorprende la nacionalidad italiana (un país del que ha salido el mítico Dario Argento, pero cuyo cine de género no está pasando por sus mejores momentos en los últimos años) de una propuesta como Shadow, la cinta elegida para cerrar con la sesión golfa la primera VIII Muestra SyFy de Cine Fantástico.

Federico Zampaglione (Nero Bifamiliare) ofrece a los espectadores una propuesta visualmente efectiva pero narrativamente tan jeta y desvergonzada, en el mal sentido de la palabra, que acaba echando por tierra las pocas virtudes que pueda tener.
Jake Muxworthy da vida a un soldado inglés que acaba de regresar a casa después de combatir en Irak y que decide darse una escapada en bicicleta por los Alpes para olvidar los horrores vividos.

Durante su viaje conoce una atractiva desconocida que le habla acerca de una leyenda local que habla de unos experimentos nazis que tuvieron lugar en la zona.
Después de ser perseguidos y amenzados por unos retorcidos cazadores, la pareja busca refugio en un antiguo bunquer militar donde el soldado es obligado a enfrentarse con una pesadilla más terrorífica que las experimentadas durante la guerra.
Dejando de lado que el subgénero de “pobres víctimas perseguidos por el bosque” está un poco de lado, hay que reconocer cierto virtuosimos y aprovechamiento de los pocos materiales que tiene en su poder de un cineasta que, no obstante, repasa uno por uno muchos de los tics que tanto criticamos habitualmente en el cine de terror: protagonistas tomando decisiones estúpidas, abuso de los sustos basados prácticamente en el sonido,… Entre las imágenes de Shadow que no olvidaremos será la de ese villano con el look a lo Voldemort poniéndose cachondo mientras lame una rana.
Un momento tan What the Fuck que carece de sentido alguno y que, si bien al principio desoncierta, finalmente acaba siendo de lo más risible.
La cosa se agrava cuando descubrimos el punto de giro que cambia por completo el punto de vista de la película, cargándose todo lo bueno (que tampoco era demasiado, ciertamente) que podía haber en la película.
En el próximo párrafo destriparé el final, así que si queréis sorprenderos, no sigáis leyendo.
Repito, spoilers a partir de este punto.
No me importa que grandes figuras del cine de terror como John Carpenter hayan usado este recurso: que, a estas alturas del juego, una película se siga concluyendo con la repentina revelación de que todo lo que estamos viendo es un sueño / pesadilla del protagonista debería estar penado con la cárcel.
Lo mismo va para las películas con finales en los que el protagonista tiene múltiple personalidad (contandas excepciones).
Qué solución tan fácil, estúpida y insatisfactoria.
Y por si no fuera suficiente, también tenemos recados sobre los demonios de la guerra.
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