Un estatuto de la ley del estado de Washington, en Estados Unidos, ordena a la policía sacrificar a todo perro que esté vagando sin placa de identificación durante los meses de agosto y febrero.
Otro da al propietario 48 horas para sacrificar a su perro si éste matan a cualquier otro animal.
Ambos podrían estar a punto de desaparecer.
La derogación de estos estatutos, creados en 1900, está siendo discutida en el Senado.
A muchos esta noticia les parecerá una frivolidad, pues en muchas ciudades del mundo los perros vagabundos son tantos que se convierten en una molestia.
También abundan los dueños irresponsables que dejan a sus perros actuar con total impunidad.
Demás está decir que no se puede generalizar.
Decenas de perros queridos por sus dueños se pierden cada año.
Las tiendas de pienso de Barcelona, por ejemplo, están empapeladas con carteles de dueños desesperados.
Estos dueños encuentran un pequeño alivio en la existencia de las protectoras, pues siempre queda la posibilidad de que alguien los recoja y lleve allí.
Saber que la ley ordena matarlos quitaría el sueño a muchas personas.
Se me ocurren, por ejemplo, tres de mis vecinas, cuyos perros son su única compañía.
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