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Los científicos luchan contra una enfermedad mortal que amenaza los robles

En un día de verano del 2008 un par de investigadores de enfermedades de plantas hicieron un descubrimiento extraordinario, estaban recorriendo las laderas de un bosque enfermo en la bahía San Francisco cuando se toparon con un grupo de árboles que no habían sido infectados por la epidemia mortal conocida como muerte súbita del roble.

Un patógeno que está diezmando los bosques del norte de California.
La franja de bosque sano ahora se está utilizando como laboratorio para el experimento más grande jamás realizado en la naturaleza.
El objetivo del equipo investigador es desarrollar lo que parece un tratamiento prometedor para la prevención de este flagelo de rápida propagación.

En la actualidad la mejor forma de mitigar la propagación de la Phytophthora ramorum, el microorganismo transmisor de esta enfermedad, son los incendios.
Las consecuencias son clarísimas: menos follaje y menos verde.
Si el experimento resulta exitoso, se podría mitigar el impacto devastador de la tala y quema preventiva.
La muerte súbita del roble ha matado a más de un millón de encinas y robles maduros en California durante las últimas dos décadas, convirtiendo los densos bosques de roble de Big Sur y otros lugares cercanos en páramos silvestres.

Un cambio de paisaje que ocurrió en tan sólo seis años.
Muchos de los 7.
300 acres de bosques en la península han sido duramente golpeados por la enfermedad.
Al menos uno de cada 10 árboles de roble que murieron entre 2006 y 2010, incluyendo árboles sanos, fueron talados para frenar la enfermedad.
El patógeno se propaga a través del agua, inclusive puede viajar con la lluvia arrastrada por el viento y los suelos trasplantados.
Su avance es inexorable y el descubrimiento de los parches de bosque no infectados se considera una última esperanza.
El terreno sano es de encinos bronceados y secoyas, y el tratamiento experimental consiste en inyectar cerca de 300 árboles saludables con Agri-Fos, un fungicida comercial.
Un número similar de encinos bronceados han quedado sin tratar para una futura comparación.
Los experimentos, que se iniciaron en el 2008, costarán cerca de 1 millón de euros.
El fungicida ha demostrado ser una herramienta eficaz para la protección de los árboles de roble residencial, a un costo de 20 a 90 euros por árbol.
Pero los esfuerzos para proteger los bosques de roble en Oregon, dispersando el Agri-Fos con aviones, fue en gran parte ineficaz.
Los científicos siguen siendo escépticos con respecto a la eficacia de este repelente doméstico cuando es usado en la naturaleza.
Y en ese sentido están buscando una variante más eficaz y económicamente viable para ganar la batalla contra la muerte súbita del roble.
Los investigadores sospechan que el Phytophthora ramorum llegó a la costa de California por plantas de vivero importadas de Asia, que puede ser portadoras de la enfermedad pero que sobreviven a sus efectos.
Si no se controla la enfermedad, se espera que el 90 por ciento de los robles de California mueran en el próximo cuarto de siglo.
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