Asier Mediavila, un muchacho de 18 años, tiene una obsesión profunda por la música, lo que considera como su verdadera vocación. Pasó el primer día de sus vacaciones, antes de volver a su querido Palencia, expresándonos esta pasión incesante. A pesar de dónde está o adónde va, Asier siempre lleva a su lado su inseparable compañero, su violonchelo.
Nuria, su madre, confirmó: «Ni siquiera durante las vacaciones deja de practicar. Muchas veces hemos tenido que usar dos vehículos para llevarlo».
Asier, desde su infancia, ha mostrado un amor excepcional por la música. “Gozaba escuchando los dos discos de música clásica que teníamos en casa y siempre nos pedía que se los pusiéramos”, recuerda su madre.
No obstante, el camino de la música no fue una elección instantánea para la familia debido a otras terapias prioritarias. Pero con el insistente aliento de su abuelo, quien notó el amor de Asier por la música, finalmente lo inscribieron en la escuela de música.
A los 9 años, Asier comenzó a aprender teoría de la música en una academia y a los 11, fue aceptado en el Conservatorio Profesional de Música de Burgos, especializándose en el violonchelo. Su madre relata, «Estuvo ahí durante siete años, hasta el año pasado, porque ya no podía quedarse más tiempo. Llegó hasta el tercer año de nivel básico». Ahora, Asier continúa sus estudios de música en una escuela local y practica diligentemente de manera independiente.
Asier, que celebrará sus 19 años este año, equilibra su vida entre su pasión por la música y su educación como auxiliar administrativo, gracias a un programa educativo adaptado que se ofrece en un instituto público. Tras dos años en un colegio ordinario y otros dos en educación especial, sus padres decidieron que era necesario un camino educativo más desafiante. Así que se matriculó en este programa experimental destinado a jóvenes con discapacidades. El próximo año comenzará a adquirir experiencia práctica, según relata su madre.
Aunque su formación administrativa le interesa, Asier tiene claro que su verdadera pasión es la música y no dejará de luchar por hacer de ella su carrera. Por eso, cuando se enteró de que había recibido una beca SuperArte del grupo SIFU, experimentó un enorme regocijo. Esta beca le permitirá continuar su formación y le ofrecerá oportunidades para tocar en conciertos y eventos.
Asier también asistió al conservatorio de música durante siete años, el máximo permitido. A pesar de su deseo de seguir avanzando, las limitaciones en términos de adaptaciones a sus necesidades especiales le impidieron progresar más. La falta de apoyo para estudiantes con dificultades cognitivas en un entorno que se adaptaría fácilmente para acomodar a estudiantes en sillas de ruedas, es una realidad reveladora, según la madre de Asier, Nuria. A pesar de su lucha por promover adaptaciones, las regulaciones legales impidieron cualquier cambio, ya que este tipo de formación no es obligatoria y por tanto no está sujeta a requerimientos específicos de accesibilidad y apoyos. Afortunadamente, las lecciones individuales de violonchelo le permitieron aprender bastante, aunque en otras áreas se encontró con dificultades.
Nuria sostiene que es un acto de injusticia y un obstáculo en el progreso de un talento que Asier posee claramente, «no comprendo por qué, si hay unas escaleras y un estudiante en silla de ruedas, se instala una rampa, lo cual es adecuado, pero no hacen lo mismo con un estudiante con otros tipos de dificultades, como las cognitivas. Y no entienden que además es un derecho, ya que puede ser una opción de empleo para personas como Asier».
En su hogar, no están seguros si Asier terminará siendo un músico profesional o no, pero lo que están convencidos es que para ellos es una prioridad, ya que le apasiona, tiene talento y le ha favorecido en muchos aspectos: «La música le ha otorgado autoconfianza, le facilita en la concentración, le ha proporcionado independencia… él asiste solo a las clases, se organiza las partituras por sí mismo, el portafolio… le ha ayudado a ser quien es, es lo que es gracias a la música».
Gracias a la beca de SIFU y a la compañía Alma Carraovejas, que la financia, «ha participado en varias galas y le ha facilitado seguir formándose. Este verano, por ejemplo, ha usado para formarse durante una semana en el Summercamp de la Escuela Superior de Música Reina Sofía, con profesores muy reputados. Son cursos muy costosos que de otra manera no podría haber tomado. Y el año pasado lo usamos para que pudiera pagar la escuela de música del ayuntamiento de Burgos, a la que va después del conservatorio», comenta su madre.
Me veo a mí mismo como un músico profesional, me gustaría dedicarme a esto porque la música es fundamental en mi vida. Es mi vocación.
Asier está decidido cuando declara, «mi meta es continuar aprendiendo, dar más conciertos y practicar casi diariamente, ya que amo lo que hago, es mi pasión. Me veo a mí mismo como un músico de carrera, me gustaría poder dedicarme a esto a tiempo completo ya que la música juega un papel central en mi vida. Es una vocación para mí. No puedo concebir la vida sin música». Además, Asier recalca que el chelo lo cautivó desde que lo conoció y lo sigue enamorando con su melodía particular, «me fascina su sonido, su timbre, siento como si me estuviera hablando», afirma con seguridad.
Entretanto, siempre que pueda, continuará desplegando su pasión, y si puede hacerlo interpretando canciones de Disney, sus favoritas, eso es aún mejor. «Asier es una persona que sabe disfrutar de la vida al máximo. Pero donde verdaderamente encuentra gozo es tocando música, demostrando que todos poseemos habilidades. Conoce todas las canciones de memoria, es su talento especial, y su disfrute es inmensurable… Con dedicación, perseverancia y pasión, todo es posible, motivo por el cual nosotros no imponemos límites», reitera con emoción Nuria en sus comentarios.