Una reflexión sobre el cambio de vida y la búsqueda de la felicidad en la nueva película de Avelina Prat.

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Una historia de renacimiento y cambio
La película Una quinta portuguesa, dirigida por Avelina Prat, nos presenta una narrativa profunda que invita a la reflexión sobre la identidad y el deseo de reinvención personal. La trama gira en torno a Fernando, interpretado por Manolo Solo, un profesor de Geografía que, tras la crisis provocada por el abandono de su esposa, decide escapar a Portugal en busca de respuestas.
Este viaje no solo es físico, sino también emocional, ya que Fernando se enfrenta a la posibilidad de dejar atrás su pasado y comenzar de nuevo.
Un giro inesperado en la vida de Fernando
Durante su estancia en Portugal, Fernando entabla amistad con un jardinero que, lamentablemente, fallece de manera repentina.
Impulsado por un deseo de escapar de su dolorosa realidad, Fernando toma la decisión de asumir la identidad del jardinero y ocupar su lugar en la quinta, propiedad de Maria de Medeiros. Este acto de suplantación no solo le ofrece una nueva vida, sino que también plantea preguntas sobre la autenticidad y la esencia de la identidad. ¿Es posible convertirse en otra persona y dejar atrás el pasado sin consecuencias?
La búsqueda de la felicidad
A medida que avanza la historia, Fernando descubre que la felicidad puede encontrarse en los lugares más inesperados. La película plantea la idea de que la felicidad completa es un concepto ilusorio, algo que Manolo Solo refleja en sus propias experiencias. En una entrevista, el actor comparte que, aunque ha encontrado momentos de felicidad, esta no es un estado permanente. La búsqueda de la felicidad se convierte en un tema central de la película, resonando con el público que ha experimentado sus propias luchas y anhelos.
Un equipo unido y un entorno inspirador
El rodaje de Una quinta portuguesa fue una experiencia enriquecedora para el equipo, que se sintió como una gran familia. Avelina Prat destaca la belleza y dureza del entorno en Ponte de Lima, donde se filmó la película. La localización no solo añade un valor estético, sino que también refleja el clima emocional de los personajes. La conexión entre el equipo y el lugar se traduce en una obra cinematográfica que invita a la introspección y a la conexión con las propias vivencias.