Los mapas de inundación de FEMA no reflejan la verdadera magnitud del riesgo, poniendo en peligro a muchas comunidades.

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En un mundo donde el clima cambia a pasos agigantados y los desastres naturales parecen hacerse más frecuentes, surge una inquietante pregunta: ¿realmente sabemos cuán seguros estamos ante las inundaciones? La reciente tragedia en Camp Mystic, donde más de dos docenas de vidas se perdieron por una inundación en Texas, pone de manifiesto las fallas en la evaluación de riesgos por parte de FEMA.
En este artículo, exploraremos la escasa relación entre los mapas de inundación de la agencia y la cruda realidad que enfrentan muchas comunidades.
La cruda realidad detrás de los números de FEMA
Un análisis de First Street, una empresa especializada en modelado de riesgos climáticos, muestra que al menos 17 estructuras en Camp Mystic están en la trayectoria de las aguas de inundación, un número que supera con creces las proyecciones de FEMA.
Además, al menos cuatro cabañas para jóvenes campistas se encuentran en zonas que FEMA ha señalado como de peligro extremo de inundación, donde el agua se desplaza a gran velocidad y profundidad. ¿No resulta alarmante que estos datos revelen una subestimación del riesgo en lugares que deberían ser monitoreados con mayor rigor?
Históricamente, los mapas de FEMA se han sustentado en datos relacionados con tormentas costeras y grandes ríos, ignorando la creciente intensidad de las lluvias y las inundaciones repentinas, fenómenos que el cambio climático ha acentuado. ¿Te imaginas? Más del doble de estadounidenses viven en áreas que son más propensas a inundaciones peligrosas de lo que indican los mapas de FEMA. Esto deja a muchas personas y a las autoridades locales en un estado de ignorancia sobre los riesgos que realmente enfrentan.
Lecciones de fracasos y éxitos en la gestión del riesgo
El caso de Camp Mystic no es un hecho aislado. Investigaciones han revelado que, tras el huracán Helene, el 98% de las viviendas afectadas no figuraban en los mapas de inundación de FEMA. Esto demuestra cómo los propietarios, al desconocer los riesgos, se ven privados de la posibilidad de asegurar sus bienes, lo que resulta en pérdidas devastadoras durante desastres. ¿Cuántas veces hemos visto este patrón repetirse en diferentes contextos a lo largo de los años?
Por si fuera poco, los intereses especiales han influido en la elaboración de estos mapas. Grupos como las asociaciones de desarrolladores de viviendas han presionado para disminuir la regulación de inundaciones y retrasar la actualización de los mapas. Este tipo de lobby no solo pone en riesgo la seguridad pública, sino que también socava la confianza en las instituciones que deberían proteger a los ciudadanos.
Acciones necesarias para un futuro más seguro
Es esencial que los responsables políticos y agencias como FEMA reconozcan la realidad del riesgo de inundaciones. La ciencia detrás de la predicción y gestión de inundaciones es sólida, pero las decisiones deben basarse en datos precisos para garantizar la seguridad de las comunidades. ¿No es hora de adoptar un enfoque más pragmático que priorice el bienestar de los ciudadanos sobre los intereses económicos a corto plazo?
Es crucial que se asignen los recursos necesarios para mejorar la cartografía de riesgo y que las actualizaciones de los mapas se realicen de manera oportuna y efectiva. Las comunidades deben estar preparadas para la eventualidad de desastres, y eso solo será posible si se apoyan en datos confiables y actualizados. Las lecciones aprendidas de fracasos pasados deben ser la brújula que guíe nuestras decisiones futuras.