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Desmitificando el gasto en vivienda pública en España

Un examen del estado actual del presupuesto de vivienda revela una preocupante brecha entre las intenciones políticas y la implementación efectiva.

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El compromiso del Gobierno español con la vivienda ha sido un tema que ha resonado en su agenda política, pero ¿realmente se está ejecutando el presupuesto destinado a este sector? A pesar de los anuncios de grandes planes, como la construcción de 40,000 viviendas públicas, la realidad es que el Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana se encuentra en la parte baja de la lista en cuanto a la ejecución de su presupuesto.

Esta discrepancia entre lo que se promete y lo que se hace genera serias dudas sobre la capacidad del Gobierno para enfrentar uno de los problemas más urgentes del país: el acceso a una vivienda digna.

La brecha entre promesas y ejecución

En 2024, solo se había reconocido un 32.7% de las obligaciones sobre el crédito disponible del Ministerio de Vivienda, lo que lo convierte en el departamento con menor grado de ejecución presupuestaria entre los 22 del Gobierno. Aunque desde el ministerio defienden que el 95.4% de los gastos comprometidos están listos para ser ejecutados, esta cifra se refiere a los fondos asignados que aún no han sido desembolsados. Aquí surge una pregunta clave: ¿cómo se liberan esos fondos? La dependencia de justificaciones documentales es un obstáculo significativo.

Diego Martínez López, catedrático de Economía Aplicada, señala que el gasto comprometido debería tener un destino claro. Sin embargo, la realidad es que la ejecución se mide por los pagos realmente realizados. Por su parte, Alejandro Inurrieta, consultor inmobiliario, critica a Vivienda y Agenda Urbana, describiéndolo más como un financiador que como un ejecutor, ya que su función principal es otorgar préstamos a otras administraciones en lugar de construir viviendas directamente.

Causas de la ineficiencia en la ejecución presupuestaria

La lentitud en la ejecución de los presupuestos se produce en un contexto de presupuestos prorrogados por segundo año consecutivo. Sin nuevas cuentas públicas desde 2023, las partidas presupuestarias no han sido actualizadas, lo que complica aún más la gestión. Un ejemplo claro es la línea de préstamos del Instituto de Crédito Oficial (ICO) para la vivienda social, con una asignación de 2,200 millones de euros. A pesar de que esta línea fue activada en julio de 2024, hasta diciembre no se había utilizado ni un euro de esta partida, lo que pone de manifiesto la ineficacia en la ejecución.

La interacción entre el ICO y los promotores es clave. Aunque se han aprobado 59 operaciones que movilizan 726 millones de euros, los fondos no se contabilizan como gasto hasta que se formalizan los préstamos. Este aspecto contable hace que la ejecución presupuestaria parezca aún más baja de lo que realmente es, ya que los pagos no se reflejan en los registros oficiales hasta que se cumplen todos los requisitos.

Lecciones aprendidas y camino a seguir

La situación actual del presupuesto de vivienda revela lecciones importantes para los fundadores y gestores de proyectos en el sector público. Primero, establecer procedimientos claros y eficientes para la ejecución de los presupuestos es fundamental. La burocracia excesiva y la falta de justificación no solo ralentizan los procesos, sino que también ponen en riesgo la confianza pública en las instituciones. Mejorar la colaboración entre diferentes administraciones podría, sin duda, acelerar la ejecución de proyectos clave.

Además, es crucial adoptar un enfoque centrado en datos. Comprender el verdadero costo de la ineficiencia y cómo impacta en el acceso a la vivienda digna debe ser una prioridad. A medida que se avanza hacia una solución sostenible, es esencial que el Gobierno y las instituciones involucradas mantengan un enfoque claro en cumplir con sus compromisos y en traducir promesas en resultados tangibles.

Conclusiones prácticas

Los datos de ejecución presupuestaria del Ministerio de Vivienda reflejan la desconexión entre las intenciones políticas y la realidad administrativa. Este análisis resalta la necesidad urgente de revisar los procesos y mejorar la eficiencia en la ejecución de fondos destinados a la vivienda social. Los responsables deben aprender de estos tropiezos, optimizando tanto la gestión como la comunicación con el público, para finalmente lograr un acceso efectivo a una vivienda digna para todos.

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