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Colombicultura en la Comunidad Valenciana: tradición y tensiones económicas

Explora el mundo de la colombicultura en España, donde el valor de los palomos va más allá de lo económico.

En una tranquila localidad de Alicante, un grupo de aproximadamente 20 personas observa atentamente un árbol donde reposan un par de palomas. A primera vista, parece una escena común, pero este momento refleja un fenómeno mucho más amplio y significativo en la Comunidad Valenciana.

Con más de 30,000 aficionados en España, la colombicultura se ha consolidado como una actividad regida por el Consejo Superior de Deportes desde hace décadas. Sin embargo, a pesar de su larga historia y creciente popularidad, la colombicultura enfrenta desafíos que van más allá de la mera apreciación estética de estas aves.

La historia y el crecimiento de la colombicultura

La fascinación por los palomos data del siglo I, cuando los árabes llegaron a la región de Murcia y comenzaron a cultivar la huerta. En esos tiempos, el estatus de las familias se medía en función de la cantidad de palomos que poseían, ya que estos animales eran fuente de carne, plumas y fertilizante. Hoy en día, la Real Federación de Colombicultura de España, presidida por José Luis Morató, supervisa esta actividad, que se divide principalmente en dos categorías: la deportiva, que evalúa las habilidades de cortejo de los palomos, y la de raza, que se centra en la exhibición de su belleza física.

La competencia es feroz. Cada año, entre diciembre y enero, se celebran concursos comarcales donde compiten alrededor de 25,000 palomos. Los que logran clasificar avanzan a las fases intercomarcales y provinciales, hasta llegar a la competición nacional. De esos 25,000, solo 100 son elegidos para competir a nivel nacional. Este proceso no solo es un testimonio del compromiso de los aficionados, sino que también revela una cultura rica y profundamente arraigada en la comunidad.

El reciente robo y sus implicaciones

A pesar de su tradición milenaria, la colombicultura ha estado en el centro de la atención mediática últimamente debido al robo de tres palomos en Fortuna, Murcia, valorados por sus dueños en 170,000 euros. Este incidente ha generado un debate acerca del verdadero valor de estos animales y las implicaciones que ello conlleva. Morató señala que, aunque la suma pueda parecer exagerada, la pérdida de un palomo tiene un valor sentimental incalculable para sus dueños, quienes enfrentan diversos peligros que amenazan la vida de sus aves, desde ataques de depredadores hasta accidentes.

El presidente de la Federación asegura que el robo de palomos no es una práctica común en la comunidad, aunque reconoce que el problema existe. De acuerdo con datos de años anteriores, en Alicante se reportan alrededor de 600 robos de palomos cada año. Sin embargo, el verdadero desafío radica en la percepción del valor de estos animales. Mientras que algunos pueden ver una oportunidad económica, para la mayoría son parte integral de sus vidas, casi como mascotas. La tendencia a sobrestimar su valor puede, de hecho, atraer a delincuentes, como advierte Morató.

Lecciones y reflexiones para el futuro

La situación actual de la colombicultura pone de relieve la necesidad de un entendimiento más profundo sobre el valor real de estas aves. Morató enfatiza que el valor sentimental debe ser el enfoque principal, y que la comunidad debería trabajar para proteger su legado sin caer en la trampa de la especulación económica. Además, se hace evidente que es fundamental educar al público sobre la importancia de la colombicultura como parte de la cultura local y no simplemente como un producto de mercado.

Las federaciones en las distintas comunidades autónomas tienen un papel crucial en la regulación de esta actividad y en la promoción de una cultura que respete y valore a estos animales. La ley de Protección de la Colombicultura en la Comunidad Valenciana es un paso en esa dirección, pero se necesita un esfuerzo concertado para asegurar la sostenibilidad de esta tradición.

En resumen, la colombicultura no es solo un pasatiempo; es una rica tradición que merece ser preservada con respeto y cuidado. A medida que enfrentamos desafíos como el robo y la percepción errónea de su valor, es crucial que la comunidad se una para proteger este legado cultural.


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