Sumérgete en el fascinante universo de Guillermo Pérez Villalta, un destacado artista contemporáneo que convierte su entorno en auténticas obras de arte.

Temas cubiertos
Tarifa, un encantador pueblo andaluz, guarda en sus calles una riqueza cultural que sorprende a quienes se detienen a observar. En la calle Silos, un curioso transeúnte puede encontrar una obra de arte que desafía la percepción, donde los barrotes de una ventana se convierten en la imagen juguetona de un duende.
Este es solo un reflejo del vibrante mundo creativo de Guillermo Pérez Villalta, un destacado pintor local que ha dejado su huella en la escena artística contemporánea.
Guillermo, nacido en 1948, nos recibe en su hogar, un espacio lleno de vida y color que irradia su pasión por el arte.
Al cruzar el umbral de su casa, cada rincón cuenta una historia, desde los arcos pintados a mano hasta los muebles de estilo psicodélico que adornan el lugar. En este refugio creativo, el artista comparte sus recuerdos de infancia y el profundo amor que siente por esta casa, que ha sido el escenario de su niñez y su desarrollo artístico.
La azotea: un lugar de inspiración
Uno de los aspectos más impresionantes de la casa es su azotea, un espacio que ofrece vistas espectaculares de Ceuta y Tánger. Guillermo recuerda cómo, desde niño, este lugar se convirtió en su santuario personal, un espacio donde podía escapar y contemplar el horizonte. “Desayunar viendo pasar los barcos siempre me ha parecido un milagro”, dice con una sonrisa. La azotea no solo es un punto de vista privilegiado, sino también un lugar donde su imaginación florece.
El legado familiar
La historia familiar de Guillermo está profundamente entrelazada con su arte. La casa en la que reside fue de sus abuelos, y su infancia está llena de recuerdos de comidas familiares y momentos compartidos. “Siempre venía aquí para ver qué había preparado mi abuela”, recuerda. Esta conexión emocional con el lugar ha influido en su obra, creando un vínculo entre el pasado y el presente que se refleja en sus pinturas.
A medida que exploramos su hogar, Guillermo nos muestra una serie de obras que han sobrevivido a los altibajos de su carrera. Algunas de estas piezas fueron salvadas de la donación que realizó al Centro Andaluz de Arte Contemporáneo en 2013, donde dejó parte de su legado artístico. Entre estas obras se encuentra un autorretrato de 1966 y una serie de dibujos dedicados a su amor por la música, que reflejan su pasión por artistas como Lou Reed y Michael Jackson.
Un artista en constante evolución
Guillermo ha mantenido una relación compleja con su proceso creativo a lo largo de los años. Habla sobre su tendencia a “la esencialidad” en sus obras más recientes, donde busca una conexión más profunda con su espiritualidad. La pregunta que lo guía es “¿Qué pasaría si Cézanne pintara como Mondrian y viceversa?”, lo que refleja su deseo de explorar nuevas fronteras en el arte.
La búsqueda de la belleza
Para Pérez Villalta, la búsqueda de la belleza es una constante en su vida. “La vida la vivimos para tener conciencia de la belleza”, afirma con convicción. Su obra se caracteriza por una mezcla de geometría y elementos de la pintura del siglo XV, donde ve la historia del arte como un flujo de ideas interrelacionadas. Este enfoque le ha permitido mantenerse relevante en un mundo artístico en constante cambio.
En su taller, un espacio iluminado por la luz natural que entra a raudales, Guillermo trabaja diariamente en nuevos proyectos, siempre buscando el equilibrio entre lo contemporáneo y lo tradicional. “Tengo incontinencia pictórica”, dice entre risas, y explica que su necesidad de crear lo impulsa a exponer su trabajo con regularidad, evitando que sus ideas se vuelvan obsoletas.
Reflexiones sobre la vida y el arte
La conversación con Guillermo revela su perspectiva única sobre la vida y la muerte. A pesar de haber dejado de creer en la religión, mantiene una profunda apreciación por el arte que se encuentra en las iglesias y catedrales. “Si a la religión le quitas la creencia, te queda el arte”, reflexiona. Esta conexión con su pasado le ha permitido desarrollar una identidad artística rica y matizada, que sigue evolucionando con el tiempo.
Hoy, Guillermo vive en Tarifa, rodeado de los paisajes que han inspirado gran parte de su obra. Habla con nostalgia de su infancia y de cómo la ciudad ha cambiado a lo largo de los años. Sin embargo, sigue encontrando belleza en los lugares más inesperados. “La capacidad del ser humano de encontrar belleza en los escenarios más extraños me sigue moviendo”, concluye, reafirmando su compromiso con el arte y su deseo de compartir su visión del mundo.




