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Explorando el fenómeno de las instamamis en la crianza moderna

Descubre la creciente tendencia de las "instamamis" y las implicaciones de compartir la vida de los niños en línea.

En el actual panorama digital, donde las redes sociales desempeñan un papel fundamental en la vida cotidiana, ha surgido un fenómeno singular: el auge de las instamamis. Estas madres utilizan plataformas como Instagram para compartir sus experiencias de crianza, elecciones de estilo de vida y promociones de productos, a menudo atrayendo un considerable número de seguidores.

Aunque su contenido puede ser conmovedor y cercano, también plantea preguntas significativas sobre las implicaciones de compartir la vida de los niños en línea a través de una práctica conocida como sharenting.

El sharenting consiste en que los padres publiquen imágenes y detalles personales sobre sus hijos en redes sociales.

Inicialmente visto como una manera inofensiva de conectar con otros, esta práctica conlleva riesgos potenciales que suelen pasarse por alto. Las consecuencias de compartir en exceso, especialmente en lo que respecta a la privacidad de los niños, merecen un examen más detallado.

La tendencia de las instamamis y sus protagonistas

Las instamamis suelen compartir un perfil común: son madres jóvenes que documentan sus experiencias diarias con sus hijos en redes sociales. Influencers como Estefanía Unzu, conocida como Verdeliss, y María García de Jaime han convertido sus vidas familiares en marcas prósperas, acumulando millones de seguidores en el proceso. Verdeliss, madre de ocho, fue pionera en este movimiento en España, narrando sus embarazos y su camino como madre de una manera que resonó con muchas personas.

Estudio de caso: Verdeliss y la búsqueda de la transparencia

Verdeliss ha construido una sólida marca personal al compartir detalles íntimos de su vida familiar. Su cercanía y forma directa de contar historias le han permitido conectarse profundamente con su audiencia. Notablemente, hizo historia al ser la primera concursante embarazada en el reality show Gran Hermano VIP, donde reveló el género de su sexto hijo en vivo. A pesar de su éxito y la lealtad de sus seguidores, el enfoque de Verdeliss ha suscitado controversia respecto a la exposición de sus hijos en línea, lo que ha encendido debates sobre los límites de la privacidad.

De manera similar, María García de Jaime y su esposo, Tomás Páramo, han creado una marca familiar que entrelaza elementos de fe, moda y crianza juvenil. Han enfrentado críticas, especialmente tras decidir dejar de mostrar el rostro de su hijo mayor para respetar su privacidad. Sin embargo, sus viajes a países como Perú y Egipto han generado controversia por compartir imágenes de otros niños encontrados en el camino, planteando preocupaciones éticas sobre los derechos de los menores en espacios públicos.

El delicado equilibrio entre compartir y la privacidad

Otra figura destacada en este ámbito es Grace Villareal, conocida como HappySunnyFlowers, quien promueve un enfoque positivo y espiritual de la crianza. Su contenido abarca desde el parto hasta momentos familiares personales, generando tanto admiración como debate sobre la privacidad de sus hijos. A medida que estos influencers navegan por las complejidades de compartir, se hace evidente que la línea entre autenticidad y explotación es cada vez más difusa.

Entendiendo las implicaciones del sharenting

Para muchas instamamis, compartir sus experiencias en redes sociales se convierte en una estrategia para mantener relevancia y generar ingresos. Los críticos argumentan que esta visibilidad puede obstaculizar la autonomía y el desarrollo emocional de los niños. La falta de límites claros plantea preocupaciones legítimas sobre el equilibrio entre compartir genuinamente y utilizar a los niños como herramientas de marketing.

En España, la Ley Orgánica 1/1996 de Protección Jurídica del Menor protege los derechos de los niños al honor, la privacidad y la imagen personal. De acuerdo con esta ley, compartir imágenes solo es permitido si no compromete la dignidad o seguridad del niño. Además, los niños de 14 años o más tienen el derecho legal de controlar el uso de su imagen, según lo estipulado por el Reglamento General de Protección de Datos y la Ley Orgánica 3/2018 de Protección de Datos Personales. A pesar de ello, muchos padres infringen estas normas involuntariamente al publicar imágenes de sus hijos sin considerar las posibles repercusiones.

La responsabilidad social de proteger la privacidad de los niños

Si bien compartir momentos familiares puede parecer inofensivo, la precaución debe prevalecer cuando se trata de niños. Divulgar imágenes de menores en situaciones vulnerables—como en pijamas, uniformes escolares o trajes de baño—puede exponer involuntariamente información sensible sobre sus rutinas y ubicaciones. Alarmantemente, estadísticas del Ministerio del Interior indican que más del 70% del material abusivo encontrado entre delincuentes sexuales proviene de imágenes familiares o comerciales, a menudo compartidas bajo el disfraz de inocencia.

Los niños nunca deben ser convertidos en mercancía ni tratados como meros creadores de contenido por el simple hecho de obtener «me gusta» y beneficios económicos. Proteger su privacidad no es solo una obligación legal; es un imperativo moral. Cada contenido compartido en línea, por trivial que parezca, puede tener consecuencias duraderas para el futuro de un niño. La responsabilidad recae en los padres, influencers y la sociedad en general para priorizar el bienestar y la privacidad de la nueva generación.


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