Pasar de secundario gracioso o mojabragas a actor protagonista no siempre es fácil y si no que se lo digan a Bradley Cooper.
Sus mejores resultados económicos siempre se han dado con películas corales (Historias de San Valentín, Resacón en Las Vegas, De boda en boda) y cuando ha dado el salto a los papeles protagonistas, no siempre ha salido bien (All about Steve).
Para su nuevo intento, Cooper se ha asociado con Robert De Niro en el thriller Sin límites, el regreso a la dirección de Neil Burger (El ilusionista) tras varios años alejado de la industria.
Atrapado en una brutal crisis creativa, el escritor Eddie Morra toma una extraña droga que hace que su capacidad cerebral e inteligencia aumenten exponencialmente, permitiéndole tratar la información que recibe de una manera ultrarápida.
Convertido en un triunfador de la noche a la mañana después de ganar varios millones de dólares en la bolsa en tan sólo unas horas, Morra se acabará convirtiendo en el hombre más buscado de Nueva York: un misterioso hombre de negocios y una panda de criminales serán los más interesados en dar con él.
Debo reconocer que me ha sorprendido la mayoría de críticas positivas (64%) que ha recibido el film, con la mayoría de los periodistas destacando a un carismático Cooper y decidiendo ignorar la escasa verosimilitud de la ida de olla del argumento del film, una adaptación de la novela de Alan Glynn.
¿La razón? El buen hacer de un director que regala al público una puesta en escena brillante y vistosa que nos hace ser menos beligerantes con un argumento un tanto delirante… pero que todos nos hemos planteado alguna vez.
A todo esto, el público ha respondido situando al thriller en el nº1 durante su primer fin de semana.
Bien hecho, Bradley.
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