Matthew McConaughey quiere recordar a crítica y espectadores con The Lincoln Lawyer que una vez intentó ser un actor serio.
U-571, Contact, Lone Star o Amistad fueron algunos de los títulos que en los años 90 estuvieron a punto de convertir en estrella dramática a un actor que se quedó a las puertas de protagonizar Titanic.
El 18 de marzo veremos qué tal se mantienen las habilidades de un actor al que últimamente acostumbramos a ver únicamente en comedias románticas del montón.
McCounaghey recupera un registro similar al visto en el thriller dramático judicial Tiempo de matar con un abogado que se ha especializado en defender a criminales de poca monta procedentes de los barrios bajos y que ahora se enfrenta a su gran oportunidad: defender a un rico heredero acusado injustamente (o eso cree) de un delito que no ha cometido.
La vida del letrado dará un vuelco, y no necesariamente en el buen sentido.
La nueva escena de la película y que el personaje protagonista reciba a sus clientes en su coche hace que recuerde inevitablemente Erin Brockovich, ese (impecable) drama judicial que dio a Julia Roberts el único Oscar de su carrera.
Ahora sólo falta que sea igual de efectiva que la película de Steven Sodebergh.
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