Leo en el blog de Sea Stachura, que a su vez toma el apunte de Slate, que no hace falta limpiar los diferentes envases, latas, botellas y lo que sea que vayas a reciclar.
En las plantas de reciclaje se hará de forma automática a gran escala, con lo que es inútil empeñarse en dejarlos brillantes.
Sólo aumenta el gasto de agua y jabón.
Este post sólo quiere ser un apunte.
Más que nada porque he visto por ahí gente que realmente se deja la piel limpiando los desechos de su hogar con toda la buena voluntad ecologista del mundo.
Así que, todos aquellos que os sintáis interpelados, podéis dedicar vuesro tiempo a otras cosas, que eso no sirve para nada.
Resulta que en las plantas de procesado de reciclables, los envases plásticos y de cristal son lavados, con lo que los posibles restos desaparecen.
En cuanto a las latas, se queman para fundirlas por lo que el material orgánico queda calcinado.
Yo, por vago y comodón, resulta que acertaba: si quedaba algo de atún en los bordes de la lata, o un poco de mermelada inaccesible al cuchillo al fondo del bote, pues no me comía mucho más la cabeza, directo a la basura diferenciada que tocara.
Aunque de un tiempo a esta parte me empeño en reciclar toda la comida que puedo.
Pero bueno, a los que lavéis vuestros reciclables más por higiene que por otra cosa, por aquello de los mosquitos zumbando alrededor de la basura y demás, pues con un sencillo bol con algo de agua, y un rápido enjuague, basta.
Nada de esmeraros en dejarlos relucientes, ni de meterlos en el lavaplatos como más de uno hace.
Por cierto, que leyendo a Slate también me he enterado que si el cartón o papel están aceitosos, ¡no sirven para reciclar!Aunque, en honor a la verdad, lo que todos deberíamos plantearnos es otra cosa: ¿no podríamos evitar tanto envase y tanto packaging? Tanto producto con sus envoltorios genera una cantidad enorme de residuos, por reciclables que sean.
Por no hablar de que el mayor impacto medioambiental se produce en el proceso industrial de producción de este packaging… algo que de lo que nosotros no somos, desgraciadamente, muy conscientes.
Y nada, finalmente, yo erre que erre os remito a la regla de las 3R, de la que ya nos habló Berta.
Vía
