El poeta de Granjero Busca Esposa, también conocido como Santi, el gallego ha elegido para su convivencia en la granja al ying y al yang.
Hubiera sido complicado encontrar dos mujeres en polos tan opuestos como Elisabeth e Ivana.
Ivana es tímida, tranquila, elegante y más reservada de lo necesario para una experiencia así.
Elisabeth es más vivaracha, movida, provocadora e incluso tiene un punto insolente.
Se puede decir que una espiritual y la otra, carnal.
Y ante eso, para gustos los colores.
Habrá a quien le guste el estilo discreto de Ivana y quien prefiera el tatuaje de Elisabeth.
No tenemos claro qué es lo que prefiere Santi, que es la cuestión.
Ante el aluvión de bromas y comentarios de Elisabeth, Santi responde atento y divertido, pero a veces parece que intenta huir de esa dinámica y corre a buscar a Ivana.
Juega con Elisabeth, pero pide a Ivana que se siente en sus rodillas durante la visita a un cementerio.
Sí, habéis leído bien, el muchacho se pone a charlar con ellas en un cementerio.
No es el sitio más adecuado para irse de tertulia.
Si no es una cosa tradicional de su zona (en plan nórdico, que se van a tomar el sol al cementerio de la esquina), sólo queda la explicación de que Santi prefiere sitios donde no haya competencia masculina.
Y si la hay, que no esté activa… En la discoteca que han visitado ha vuelto a suceder algo parecido.
Mientras Santi bailaba con Elisabeth –y parecía a gusto- ha mirado a Ivana y ha corrido a sacarla a bailar a ella.
Quizás tenga razón la dietista cuando ha contestado a la pregunta de su rival de por qué el granjero la miraba en exclusiva con un rotundo “porque la que le gusta soy yo”.
Eso es seguridad, sí señor.
No estamos nosotros aún tan seguros.
Habrá que recoger más pistas en próximos programas.
Ante tanto dilema, nos han quedado nuevas frases para la historia de Granjero Busca Esposa: “les metes la mano (a las vacas) y no se quejan”, “si me tengo que llenar las manos de caca, me las lleno”.
Elisabeth es un pozo de afirmaciones estelares.
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